María Isabel Burbano / @rizossalvajes
Quito, 14 oct (La Calle). – En la antigua Roma la expresión Panem et circenses se utilizaba para definir una acción específica de los políticos para ganar votos: el clientelismo. “Al regalar comida barata y entretenimiento se lograba una alienación del pueblo que lo despojaba de su espíritu crítico mientras a la vez se sentía satisfecho por esa falsa generosidad de los gobernantes”.
Eso vimos los ecuatorianos en el programa Vera a su manera en TC Televisión. Los escándalos, los cuestionamientos y las dudas que rodean al presidente Guillermo Lasso pretendieron borrarse de la opinión pública con un espectáculo burdo y denigrante para el periodismo. En esta ocasión no me referiré solamente a Guillermo Lasso sino a Carlos Vera, un personaje que dice soportará las críticas y ataques de los troles y que no se toma nada a pecho.
Vera no perdió oportunidad para comentar a Lasso que su visita en el Palacio lo llenaba de una grata felicidad y que sus decisiones sobre el gobierno y el futuro del país eran totalmente respetables. Estaba de acuerdo con la teoría del “Triunvirato de la conspiración” con la que el presidente culpa a Jaime Nebot, Rafael Correa y Leonidas Iza de todos los males que ha padecido los cuatros meses en el poder.
Vera recalcaba los puntos importantes y su apoyo al que otrora fue candidato presidencial. “Usted ganó en 2017, pero no peleó por el puesto”, le dijo. Estaba de acuerdo también con la calificación que el presidente hizo del dirigente indígena Leonidas Iza “es claramente un pensamiento mariateguista”, dijo. Como si fuera un pecado o un crimen.
Recordó que, en la crisis del 99, en el feriado bancario que dejó a millones de ecuatorianos sin sus ahorros y obligó a nuestros compatriotas a migrar, Guillermo Lasso le dijo: ven a relajarte unos días en mi casa de la playa. Una charla de dos amigos, que incluso armaban teorías de la conspiración. “El problema del Banco Pichincha puede ser plan de los conspiradores”, soltó como una idea vaga Carlos Vera. La cereza en el pastel de las incoherencias de esa entrevista.
Al final del diálogo, discutieron un poco sobre el gasto público y los funcionarios estatales, como intentando recuperar la dignidad en una charla que la perdió desde el primer momento. Le dio consejos y prometió una segunda parte. “La pelota está en su cancha, presidente. Le toca mover”, terminó.
Les pregunto a ustedes amigos lectores, con especial énfasis en los periodistas ¿fue esto una entrevista? George Orwell, el brillante escritor de 1984 decía: “Periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques. Todo lo demás son relaciones públicas”. Años después esta máxima es uno de los mejores consejos para quienes tomamos este oficio de forma seria. El periodismo no está para hacerle barras a un político o alimentar sus teorías de persecución. Está para cuestionar sus acciones, para pedir respuestas.
Si no lo han hecho, es hora de dejar el pan y circo atrás. De leer las cosas con criticidad, de alimentar nuestro conocimiento con respuestas claras, de plantearnos dudas, de plantar cara al poder. Si no seremos presas fáciles de las relaciones públicas que inundan algunos medios en este país.