Por: Alexis Ponce
«A Radio La Calle, porque no la acallarán»
La historia se olvida siempre, se la desconoce o se la borra, en especial en esta década, la de la ignorancia máxima y masiva: la década de los fake-news y memes de la red social. La historia enseña y alerta; por eso tanto la ocultan los nuevos Adolfos y Benitos del twitter, instagram y facebook.
Toda pandemia siempre acarreó en Occidente enormes sufrimientos, oleadas de desempleo, proletarización de las clases medias, crisis social cruel y pésimamente administrada (o empujada) por mediocres gobiernos de repúblicas en decadencia. Y atrajo mucha zozobra, miedo y pánico civil.
Y, además, toda pandemia atrae oscurantismos: desde la Edad media y la ‘peste negra’ desencadenó la impune y falaz inculpación al judío y al gitano, luego al árabe y al africano, ahora al chino y al asiático, siempre al diferente.
Las pandemias desencadenan paranoias tribales y teorías conspiracionistas absurdas en nombre de «la libertad», como ocurrió mientras la gripe española (1918) desolaba Europa y manos desconocidas relanzaban (1902 a 1937) la masiva difusión del fake-news más eficaz de esa época: el folletín esperpéntico, difamador y anti-semita «Los protocolos de los sabios de Sión», que se editó 33 veces en Alemania antes del ascenso de los nazis.
La gripe española, la pandemia viral más letal del siglo XX, en Alemania atrajo la simpatía por Hitler y el nazismo, que supo aprovechar (como hoy Bolsonaro, Duterte, Bukele o Donald) la reacción y los saldos en las regiones con más contagios, muertes y desempleo.
Hoy, en las redes sociales, salen del clóset fachos que hasta febrero eran impensables; mansas ‘palomas’ integristas y a la vez misóginas, insoportables por su falacia y paroxismo; iglesias dióxidas y tóxicas que hasta ayer ni siquiera eran conocidas, en España, Guatemala, Ecuador o EEUU; fanáticos anti-vacuna y anti-OMS, dogmáticos del cloro y de Trump, anti-chinos y repugnantes racistas pro-Bolsonaro, incluso entre personas de ni creer, profesionales con título superior y altos oficiales de Fuerzas Armadas.
Entre tanto, los idiotas multiplican la pandemia que, según ellos, «no existe» (como gritan en las calles de Buenos Aires, los facebook de Medellín y los wasap de Guayaquil), no sólo en sus casas, sino contra los más vulnerables. Provocan la paridera de nuevos fascismos.
Y otros salen a protestar contra el celular 5-G como en las calles de Londres o Buenos Aires: idiotas que no son capaces de luchar con nuevo chip mental sino a la manera mamerta antigüa, contagiando más gente en nombre de la democracia occidental. O salen a sus marchas con fusiles de asalto y armas automáticas como los KKK de Trump en los estados sureños.
Mientras tanto, Trump (como Moreno en el Ecuador del nuevo instructivo militar en camino) prepara la salida de soldados armados a las calles, a controlar al pobrerío. Como sólo se veía en los films apocalípticos de Hollywood.
¡Heil, idiotas!