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Guillermo Lasso: El peligroso dueño del lugar común (Opinión)

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Ramiro Aguilar Torres / @ramiroaguilart

Léon Bloy en su Exégesis de los lugares comunes, dice: “En un sentido moderno y lo más amplio posible el verdadero Burgués, es decir, el hombre que no hace ningún uso de la facultad de pensar y que vive o parece vivir sin haber sentido un solo día la necesidad de comprender cosa alguna, el auténtico e indiscutible Burgués está necesariamente limitado en su lenguaje a un pequeñísimo número de fórmulas. El repertorio de las locuciones patrimoniales que le bastan es exageradamente exiguo y no alcanza más allá de algunos centenares”.

Los lugares comunes más citados en el lenguaje burgués según Bloy: “Dios no pide tanto”; “no hay nada absoluto”; “lo mejor es enemigo de lo bueno”; “hay que poner el dinero a trabajar”; “los negocios son los negocios”; etc.

Guillermo Lasso ha contribuido a engrosar el diccionario de lugares comunes con perlas como estas: “Póngase linda para conseguir trabajo”; “La seguridad aumenta si todos los ciudadanos vamos armados”; “Aunque haya ley seca tómate una cerveza hermanito”; y su frase inmortal “Ya que chucha”.

A los lugares comunes hay que sumar los mitos que orbitan en torno a Guillermo Lasso: “Es empresario y sabe cómo se administra el Estado”, “Es empresario y sabe cómo generar empleo”, etc.

Lo interesante del tema es que Guillermo Lasso, el cinturón negro en decir lugares comunes y en crear mitos tiene unos parlantes formidables. Cada frase suya es afirmada por las notas de los noticieros de Ecuavisa y Teleamazonas. A la primera frase absurda de Lasso, los blogueros tipo 4 Pelagatos, La Posta y demás especímenes, escriben editoriales para darle contexto teórico al lugar común. En la radio se reúnen cuatro personajes a comentar la profundidad y la agudeza de las frases de Guillermo Lasso.

Todo esto repetido una y otra vez hace que los televidentes, los lectores de periódicos y los oyentes de radio recurran a otro lugar común: tantas personas no pueden equivocarse; y dan por válido lo que dice Guillermo Lasso.

Gustave Flaubert en su Diccionario de Lugares Comunes refiriéndose al latín, dice lo siguiente: “Lengua natural para el hombre. Arruina la escritura. Únicamente resulta útil para leer las inscripciones de las fuentes públicas. Desconfiar de las citas en latín: siempre ocultan algo inadecuado”.  Perdonen la broma, pero  una de estas tardes, don Guillermo Lasso terminará adornando sus sabios lugares comunes con citas en latín. ¡No lo duden!

El gran Ambrose Bierce en su Diccionario del Diablo, define Perogrullada como: “Elemento fundamental y gloria insigne de la literatura popular. Un pensamiento que ronca en palabras que humean. Sabiduría de un millón de necios en boca de un tonto. Sentimiento fosilizado en una roca artificial. Moraleja sin fábula. Todo lo que queda de una verdad fenecida. Tacita de moralidad y leche. Rabadilla de un pavo real desplumado. Medusa que se marchita al borde del mar del pensamiento. Cacareo que deja atrás al huevo. Epigrama disecado”.

Por pura curiosidad después de las excéntricas declaraciones de Guillermo Lasso de las últimas semanas, me puse a preguntar entre la gente que conozco en distintos segmentos sociales y económicos sobre lo que opinaban del candidato presidencial y las respuestas fueron de lo más alarmantes.

A unos ni siquiera les importaba lo que el hombre dijera; simplemente afirmaban que van a votar por Lasso porque es empresario exitoso y sabrá cómo crear empleo. Otros de los consultados, víctimas recurrentes de asaltos y robos, están fascinados con la idea de que la gente se arme porque no confían en el sistema judicial ni en la Policía. Esto evidencia que don Guillermo Lasso, la encarnación de la perogrullada, el dueño del lugar común (linda paradoja), con la inmensa caja de resonancia que tiene en los medios de comunicación corporativos y en los blogueros está construyendo un discurso vacío y peligrosamente validado por la desesperanza de la gente.

Hasta hace pocos días me lo tomaba a risa. Ya no. Por eso, aunque parezca simple, hay que tomarse el tiempo para desmontar en redes sociales la temeridad intelectual de Guillermo Lasso. A cada frase ramplona hay que darle inmediata contestación desde las redes sociales, porque lo más fácil de comprar en campaña electoral es el lugar común. El fascismo es experto en vender miedo, violencia y lugares comunes.