Tomado de: ABC
Quito, 07 ene. – Sidney Poitier ha fallecido este viernes a los 94 años. Llevaba dos décadas sin aparecer en pantalla, pero todavía era muy recordado, sobre todo por un récord de esos que no pueden ser superados: fue el primer afroamericano en ganar un Oscar como mejor actor principal gracias a la película ‘Los lirios del valle’ (1963), galardón que repetiría en 2002 a título honorífico. Ya en 1958 había sido candidato por ‘Fugitivos’ y en 1961 logró el premio Tony de teatro. “Cada vez que hago una película, siento que represento a 15 o 18 millones de personas”, escribió una vez, frase que resume su carrera tan bien como sus películas.
En efecto, más allá de sus evidentes dotes interpretativas, Poitier (1927-2022) fue una figura capital en el reconocimiento de los derechos civiles de los actores negros.
Hijo de campesinos de una pequeña isla de las Bahamas, desempeñó distintos oficios y destacó en el teatro antes de triunfar en el cine y romper la barrera racial en Hollywood. Fue una labor lenta, de percusión constante, aunque se puede poner una fecha a su hazaña. En 1967 rodó tres películas fundamentales: ‘Adivina quién viene esta noche’, ‘Rebelión en las aulas’ y ‘En el calor de la noche’. No fue nominado por ninguna; hay quien sostiene que porque se dividieron los votos entre ellas.
Entre el tío Tom y Mandela
En la primera, interpretó un papel provocador, el de novio de la hija, por supuesto blanca, de Katharine Hepburn y Spencer Tracy. Ella ganó un Oscar, al igual que el guion de William Rose, aunque algunos críticos consideran, sin tener demasiado en cuenta el contexto, que la cinta es demasiado ingenua e insuficientemente valiente.
Poitier, un compendio de virtudes, un hombre guapo de imponente planta, con 1,89 metros de estatura, era visto como una especie de tío Tom moderno, blanqueado para no causar problemas. El intérprete también podía ser visto, salvando las distancias, como el Nelson Mandela de la actuación. Por eso siempre le gustaron los papeles en los que se rebelaba de una forma firme pero tranquila a las injusticias, no solo raciales.
El actor, en todo caso, ya llevaba años llamando la atención con grandes interpretaciones y una inteligente selección de papeles. Consta que rechazaba muchos que no le parecían adecuados. En su primera película acreditada, ‘Un rayo de sol’ (1950), tuvo la suerte de trabajar a las órdenes de Joseph L. Mankiewicz. Un año después ya tenía un personaje destacado en ‘Tierra prometida’, de Zoltan Korda.
Siguieron títulos como ‘Semilla de maldad’ (1955), de Richard Brooks, ‘Donde la ciudad termina’ (1957), de Martin Ritt y ‘La esclava libre’ (1957), de Raoul Walsh. Antes de rodar ‘Un lugar en el sol’ (1961) había ganado el premio Tony sobre las tablas con el mismo título. Sus primeras críticas favorables, de hecho, le llegaron en Broadway por su actuación en ‘Lisístrata’.
Sidney Poitier estaba establecido como una estrella, algo increíble para un muchacho que había dejado el colegio a los trece años y que en su adolescencia preocupaba a sus padres por su tendencia a meterse en problemas. A finales de los años 60 era uno de los intérpretes más taquilleros y mejor pagados, solo por detrás de Richard Burton, Paul Newman, Lee Marvin y John Wayne.
Mintió sobre su edad para alistarse en el Ejército y participó en la Segunda Guerra Mundial como asistente médico. Cuando se licenció, se estableció en Nueva York e hizo una prueba para el American Negro Theater. Suspendió a la primera porque apenas sabía leer con la fliudez necesaria y por su fuerte acento bahameño, que llegaba a causar hilaridad. Entrenó duro para superar el examen, aunque en la Gran Manzana todavía las pasó canutas durante un tiempo: durmió en la calle, trabajó en cualquier oficio y recibió un disparo en una pierna durante una revuelta en Harlem.
Su única ventaja era que la doble ciudadanía ya la tenía, debido a que adelantó su debut en el mundo y nació sietemesino, en Miami, donde sus padres iban de forma regular a vender tomates.
Salto a la dirección
Como director, dirigió un puñado de títulos, ninguno demasiado destacado, aunque ‘Locos de remate’ fue un éxito de público. Con Bill Cosby rodó ‘Dos tramposos con suerte’, ‘Uptown Saturday Night’, ‘De profesión estafadores’ y ‘Ghost dad’.
En televisión, protagonizó en los noventa la destacada miniserie ‘Enfrentados’ (1991) y ‘Los hijos de la llanura’. Su última película fue ‘El constructor de sueños’, de 2001, y escribió dos libros autobiográficos, ‘This Life’ en 1980 y ‘The Measure of a Man: A Spiritual Autobiography’, veinte años después.
Poitier era embajador vitalicio de Bahamas en Japón y caballero honorífico de la Orden del Imperio Británico. Se casó dos veces y tuvo seis hijas, entre ellas la también actriz Sydney Tamiia Poitier, que no heredó los genes suficientes.