El debate presidencial; una semana después

Por: Sebastián Tamayo Villarroel / @tamayo95se

La primera definición de la RAE en cuanto a “debate”, es controversia, elemento que permite dilucidar en gran medida la puesta en escena del pasado domingo 21 de marzo. La institucionalidad que precedía a este encuentro antagónico, generó gran expectativa debido a que, fuera de las propuestas de gobierno, lo que anhelábamos ver era una confrontación entre el Lasso-Morenismo y el Arauz-Correismo. 

El candidato de Creo, junto con su equipo de campaña, inició excusando su vínculo con el actual gobierno. Para ello, definió como “hijos políticos” de Correa a Arauz y Moreno con el fin de vincularlos con la génesis de su proceso político. Su deseo de posicionar aquel mensaje fue tal, que por ocho ocasiones repitió la misma frase antes citada. Con ello, Guillermo Lasso pretendía justificar la amable tertulia que mantuvo estos años con el Ejecutivo.

Durante las dos horas no existió elemento vinculante entre Moreno y Arauz, que Lasso haya podido sostener en su discurso, de allí que la única oportunidad que encontró fue mencionar la descendencia organizativa. Sin preámbulo alguno, sobre el padrinazgo de Moreno, reposan en la web varias intervenciones de Guillermo Lasso, elogiando a Richard Martínez, detalles contados por él sobre la negociación del acuerdo legislativo entre Creo y alianza País canalizados por María Paula Romo, el famoso cambio ideológico del gobierno de Moreno hacia las propuestas de Creo, dos llamadas entre ambos, etc. 

La contraparte, se esmeró en demostrar el nexo entre Lasso y el Morenismo que, lejos de toda subjetividad, los hechos y declaraciones públicas dan fe de la premisa señalada: lo demuestran. Junto a ello, el fantasma del feriado bancario no abandonó el debate pues, me atrevería a decir que ha sido la piedra en el zapato que el candidato de la derecha trae consigo a cada paso. Pese a ser un argumento fuerte, real, por tanto verificable, el desarrollo del mismo, desde mi perspectiva no fue el mejor. 

Gran parte del electorado joven, entre 16 y 21 años, nacieron luego del feriado bancario, quienes oscilan entre los 22 y 34 años, para 1999 eran impúber. De allí deriva el principal problema: el “feriado bancario” carece de una definición conceptual para este gran segmento electoral. Con ello me refiero a las causas que generaron tal debacle como la desregulación, la emisión interna (o secundaria) de dinero, el pánico financiero, la falta de liquidez, entre otras, que configuran el contexto del “feriado bancario”. 

Además, es preciso recordar y explicar la preparación institucional por parte del Estado para asumir los efectos de la codicia de los banqueros pues, la Agencia de Garantía de Depósitos (AGD) se funda apenas cuatro mese antes de la declaratoria de aquel feriado. Luego, la dolarización, en condiciones extremadamente adversas para la economía ecuatoriana, mediante el juego de la devaluación de la moneda, simplemente fue un pretexto para reducir las deudas de los bancos, quienes con información privilegiada aprovecharon el valor de cambio de divisa: así es, a los banqueros no les costó 25.000 Sucres cada dólar. 

Todo ello debió ser abordado para evitar la disonancia cognitiva de los electores ante una catástrofe que dejó hijas e hijos huérfanos por la migración y provocó suicidios.

Finalmente, lo que causó mayor revuelo fue el lanzamiento oficial de la línea de campaña de Guillermo Lasso que se reduce al posicionamiento de la frase “Andrés no mientas otra vez”. Lejos de las ideas y los planes, el candidato de Creo, repitió 14 veces la frase citada, a ello se suman vallas, canciones, camisetas, impresos y demás souvenirs con el mismo eslogan. Me asusta que las mediciones del equipo de Lasso, cataloguen al electorado en tal nivel de inconciencia, que la campaña estelar de Creo se reduce a una buhonería que esperan incida, en mayor medida que el plan de gobierno, en la decisión de voto. 

En fin, Arauz se esmeró en DEMOSTRAR sus premisas, Lasso se dedicó a EXCUSARSE e inaugurar su estelar del balotaje ante un electorado somnoliento. 

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