Quito, 25 ene (La Calle). – Un 25 de enero de 1882 nació la escritora británica Virginia Woolf. Una de las referentes del movimiento vanguardista del siglo XX e ícono feminista.
Nacida bajo el nombre de Adeline Virginia Stephen, la escritora vivió en un mundo de hombres. «¿Qué necesitan las mujeres para escribir buenas novelas? Independencia económica y personal, o sea, una habitación propia», dice un fragmento de la novela Habitación Propia.
La muerte de su madre en 1895 y su hermana dos años después marcaron el inicio de los episodios de depresión y crisis nerviosas que nunca abandonaron a la autora.
Después de la muerte de su padre, se trasladó con sus hermanos a Bloomsbury, donde conoció un mundo de de ideas sobre la igualdad, el feminismo, la aceptación de la homosexualidad y la bisexualidad, el amor por el arte, el pacifismo y el ecologismo.
En 1925, Virginia logró gran éxito con la novela «La Señora Dalloway», que cuenta un día de una dama de la alta alcurnia de Londres.
Blanco de los nazis
Mientras transcurría la segunda Guerra mundial y en el marco de ataque a Gran Bretaña, Adolfo Hittler tenía una lista negra donde estaban escritores como Aldous Huxley, H. G. Wells y la propia Virginia Woolf.
Ella y su esposo Leonardo sabían que de llegar a suelo británico, los nazis irían por ellos. Llegado el caso, la pareja planeó suicidarse en su garaje aspirando los gases del tubo de escape de su vehículo.
Una lucha eterna
Los personajes de Virginia Woolf reflejan los propios fantasmas con los que la escritora luchaba. Depresión, escepticismo, ideas suicidas y miedo de la gente estaban presentes en sus historias.
El 28 de marzo de 1941, se puso el abrigo y sin ayuda de su bastón, entró al río Ouse con los bolsillo llenos de piedras y se dejó llevar.
Genio y figura
Entre las obras de Virginia, además de la Señora Dalloway, están: Al Faro (1927), Las Olas (1931), Entre Actos (obra póstuma) y el ensayo Una Habitación Propia (1929).
Virginia Woolf vivió y escribió en un mundo que muchas veces se torna incomprensible. «No hay barrera, cerradura, ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente.».