Oswaldo Albornoz Peralta: Trayectoria de un intelectual comprometido con las causas populares (Primera parte)

Por: Cesar Albornoz

Oswaldo Albornoz Peralta (1920 – 2020)

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En otra ocasión escribí una reseña biográfica de mi padre por lo que ahora, con motivo del centenario de su natalicio, quiero dedicarle esta remembranza acerca de su evolución intelectual en los últimos veinte años de su vida, desde los años 80 en adelante, cuando ya era un escritor consagrado y reconocido en el ámbito nacional y había publicado varios de sus trabajos más importantes.

En agosto de 1980, después de cuarenta años de trabajo en el sector público, al fin puede jubilarse y continúa escribiendo con más ímpetu. En esos años yo me encontraba estudiando Sociología en Sofia, la capital de Bulgaria, y al comentarme en una carta que había presentado sus papeles para la jubilación, agregaba que “Ahora estoy escribiendo un poco y leyendo, para recuperar en algo el tiempo perdido en el tonto trabajo que tenía en mi oficina”.

Siempre interesado en los temas a los que dedicaba su tiempo de trabajador intelectual, me fui convirtiendo en confidente del desarrollo de su producción científica. En carta de agosto del 81 me escribía: “A fines de junio acabé ya ese trabajo sobre la clase obrera, pero desgraciadamente no hay mayores posibilidades de publicación… de todas maneras, ya está hecho –resultó un pequeño libro‒ y en cualquier momento se puede presentar la oportunidad de editarlo.” Y a renglón seguido me contaba: “Terminé también un artículo de más de treinta páginas sobre algunos problemas del movimiento campesino que me pidieron para una revista que va a salir, como refutación a otro que se va a publicar de un chileno Santiana, con conclusiones totalmente reaccionarias y en donde se hacen críticas a mi libro Las luchas indígenas en el Ecuador. A lo mejor tampoco me publican, pues parece que me resultó demasiado fuerte y puede no agradarles a los redactores de la revista…”.

Había entrado en un ritmo febril de producción, hacía al fin a tiempo completo lo que realmente le gustaba e incursionaba en otras temáticas pospuestas. Se había propuesto seriamente recuperar el tiempo perdido. En octubre del mismo año me escribe: “Últimamente escribí un pequeño trabajo sobre el caudillo indígena Alejo Saes –de la época de Alfaro‒ dedicado a Valerian Goncharov, que lo tendré guardado hasta que se presente una oportunidad para editarlo”. La oportunidad llegó siete años después.

En carta de febrero de 1982 me dice: “Estoy ya casi por terminar lo de Vivero, Que también va a resultar un librito de más de cien páginas”. En realidad le resultó un poco más grande, 189 páginas, y con el título El pensamiento avanzado de la emancipación: las ideas del prócer Luis Fernando Vivero fue publicado en 1987 por la Facultad de Economía de la Universidad de Guayaquil. Y entre libro y libro también se daba tiempo para escribir artículos: “El trabajo que tú conocías sobre Cuba, a los años me publicaron en la revista Anales de la Universidad Central”.

En abril del 83 me comenta de lo se había demorado la publicación de otro de sus libros fundamentales: “El libro sobre el movimiento obrero que debía salir en diciembre, recién salió en marzo. Te envié enseguida y debes haberlo recibido. Es apenas una síntesis sobre el tema y por eso quedan allí muchos puntos que habría que ampliar. Fue así porque el trabajo se me pidió con urgencia y solo se quería lo necesario para un folleto, y únicamente me extendí un poco más, cuando desaparecieron las posibilidades de editarlo… Pese a esto, creo que puede ser útil, sobre todo para la clase obrera, que es en fin de fines, lo importante”.

Por ese tiempo debo haber leído Ecuador, drama y paradoja de Leopoldo Benites Vinueza y seguramente le habré consultado algo respecto a lo que este autor opinaba sobre Montalvo. En su respuesta me entero que en ese tiempo había escrito un estudio más o menos extenso sobre el gran escritor ambateño: “La opinión de Benites Vinueza sobre Montalvo me parece bastante exagerada. Si bien es cierto que Montalvo como ideólogo no llega muy lejos y tiene muchas limitaciones, no se puede desconocer tampoco sus aspectos progresistas y sobre todo, su constante lucha en contra de la tiranía garciana, que es quizás lo que más vale.

Conforme te dije, yo escribí un pequeño trabajo, unas setenta páginas, sobre el pensamiento de Montalvo sobre el socialismo y los trabajadores, donde trato de explicar algunas de sus limitaciones. Esto escribí porque últimamente se ha querido presentar a Montalvo como una especie de precursor del socialismo, cosa que es falsa”. Su libro fue publicado recién en 1988 con el título de Montalvo, ideología y pensamiento político y se había extendido a las 116 páginas.

En agosto del 83 me comenta: “En este tiempo, por cuanto se me ha pedido y no he querido desaprovechar la oportunidad, solo he escrito trabajos menores. Creo que ya te conté sobre un artículo sobre la metodología que se debe seguir en la interpretación de la historia ecuatoriana para incluirlo en un libro que debe salir a fines de este año, y otro sobre Bolívar, para la revista Museo Histórico del Consejo Municipal. Además escribí un pequeño artículo sobre la prensa del Partido para El Pueblo, el mismo que ha comenzado a aparecer por partes y que seguramente te llegará.

También otro sobre Jesús Gualavisí, que puede publicarse en cualquier momento, o que si no me puede servir para un pequeño libro sobre caudillos indígenas, tomando en cuenta los que tengo escritos sobre Alejo Saes y Dolores Cacuango, y que puedo completarlo con el estudio de uno o dos más. El último capítulo del trabajo sobre Saes se publicó en Bandera Roja que no sé si llega allá, por lo que te pido que si no es así me avises para enviarte”.

En esa misma carta anuncia ideas que le están dando vueltas en la cabeza y que años después se plasmaría en otro gran libro sobre el Libertador: “El trabajo sobre Bolívar también me puede servir de base para otro, pues pienso escribir unos tres ensayos más al respecto, tomando en cuenta los aspectos más importantes de su obra que, para mi modo de ver, serían su posición frente al problema de la esclavitud, de la tierra y de la democracia.

Esto porque para mí no ha sido tratado con rigurosidad histórica en nuestro medio, predominando la tendencia a una apología desmedida que no le hace mayor bien a Bolívar, pues que su accionar tenía límites y estaba condicionado por las circunstancias de la época. No sé qué te parece estos planes”. Me refería también que en “la revista Ciencias Sociales de la Universidad Central se publicó el artículo sobre Joaquín Chiriboga que ya conocías. Es posible que también salga en la revista de la Universidad de Guayaquil”.

El 84 es un buen año. En abril me comenta: “El trabajo sobre Joaquín Chiriboga me han publicado también en la Revista Ciencias Sociales de la Universidad. También he entregado otros, uno sobre Jesús Gualavisí para Bandera Roja y otro titulado “Bolívar y el problema de la tierra” para Anales de la Universidad.

El mismo año colabora en un grupo de trabajo para la edición de un libro sobre la Confederación de Trabajadores del Ecuador. Esto me escribe cuando me contesta en septiembre: “Me alegro que te haya parecido bien el libro sobre la CTE. En cuanto al tema tocado por mí, como te habrás dado cuenta, no es sino una ampliación de lo dicho en la Historia del movimiento obrero.

Como dices, es importante el hecho de que el trabajo haya sido colectivo, pero desgraciadamente –por la premura del tiempo sobre todo‒ no se llevó a efecto una discusión más amplia como hubiera sido de desear, razón por la que existen algunas fallas a mi modo de ver, pues se han omitido algunos tópicos y en algunos casos los conceptos son muy personales de los autores.” Nuevamente colabora en la Revista Ciencias Sociales con un pequeño artículo sobre Eloy Alfaro.

En la segunda entrega veremos los siguientes trabajos de este historiador e intelectual comprometido con las masas obreras y populares.

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