Por Alexis Ponce
Defensor de Derechos Humanos
El cielo de Quito allá lejos y arriba, en las montañas del noreste… hermosamente lila… y una estrella solitaria encima de Todo…
Abajo la ciudad encendiendo sus luces masiva, elocuente, cerca…
En la oscuridad total de la casa, camino de cuarto en cuarto al volver, con un café en la mano y el celular con la música única que este silencio y esta oscuridad merecen: la Serenade de Schubert con la voz de Nina Mouskouri. La escucho siglos ya. Y el vídeo poético y hermoso, desde poco antes de la pandemia o quizás en medio de aquella.
La puse en el saludo a mi Tahís por su cumpleaños …
Hoy la pongo por la niña que agonizaba en un hospital sin poder recibir medicina ni químicos ni el traslado que su madre pidió, por meses, desde el HCAM a Solca. La pongo por Ella porque ha muerto…
No se apellidaba Lasso como el presidente o Egas como el otro banquero. No era hija de ministra… Su madre oyó mi mensaje mudo de solidario dolor… me pide que la acompañe en la denuncia tras 7 días de oraciones que está haciendo en Manabí con su niña que murió de cáncer. 14 años tenía… y quiero que sepa que esta música es por Ella. En alemán dice a la niña que la espera un amor en un bosquecillo hermoso y eso le dice un niño de 14 años también, el que fui un día, amada ven al bosquecito para que des felicidad a las hojas los árboles el bosque y mi alma…
No puede ser sólo un homenaje a la muerte sino a la vida.
De esa niña.
De Quien partió antes.
De mi Tahís.
De Ti… ahora es de Ti también.
Cierro las cortinas en la oscuridad de la casa y la voz de Nina Mouskouri lo llena todo.
También estoy en la melodía. También están Tú y Ellas.
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