Alexis Ponce
Produce náuseas cada declaración fascistoide de este sujeto llamado Santiago Gangotena. Y con él, toda su élite, por racista, ultraderechosa, “Q’anon Alt” de Macondo city, tan clasista, bolsonarista y decadente de la que forma parte.
Nada más puede ofrecerle, en plena pandemia duradera, la “lumpen-burguesía” que manda a este pobre país con complejos. Nada más puede ofrecerle al Ecuador el latifundismo parroquial, que no sea ‘estito’: toda la criolla “aristocracia” cabe en los 36 segundos del vídeo ahora viral con su explicación “profunda” que da a los ‘chicos-silencio’ que, encima, le aplauden como alumnos del siglo XIX al enfermizo amiguete de los pitucos en su feudo de la “República Independiente de Cumbayá”.
Santiago Gangotena y su casta VIP, son como otra cepa info-pandémica que no se merecen nuestros hijos como futuro. Por escribir y enviar este escrito ayer a la noche en WhatsApp masivamente, el propietario de un medio de comunicación me contestó, en tono educado por supuesto, que “decirle cepa evidencia su odio”. El mismo juego de palabras de la extrema derecha en Brasil, Argentina, Perú, España. Recuerda el ideológico discurso alrevesado y trivial de los nazis contra sus víctimas: “Ellos, los judíos, son los que nos tienen odio”.
Ya lo justificarán otra vez a Gangotena. Siempre lo han hecho. Desde sus primeros insultos soeces en la televisión y en los diarios, allá en la olvidada década de los ’90s, cuando arremetía con bajezas impunes y decidores insultos contra los defensores de DD.HH. de entonces, sin derecho a réplica en el mismo canal de sus amiguetes, de los Ortiz y Egas.
Cumbayá Country
En cualquier otro país Gangotena sería por lo menos llamado la atención, sino deshonrado públicamente de la academia, pero acá en Cumbayá Country es elogiado “porque la libertad de pensamiento (¡!) es evidencia de la verdadera Academia” (con mayúsculas siempre), como dijo uno de los empleados de este ex canciller y cuasi propietario espiritual de la USFQ, cuando el espécimen neofacho en pleno 2020 pandémico fue a decir que ni la salud ni la educación son derechos humanos.
Lo protegen y protegerán sus pelagatos “libertarios” de esta comarca de doscientos mil kilómetros cuadrados y los propietarios (de fábricas, empresas, haciendas y medios de comunicación). Porque ese es el repetitivo gesto elitista del mutuo cuidado de espaldas de tanto canalla en esta Comala grande.
Longuear es costumbre cultural y marca registrada del Ecuador. Herencia colonial, forma usual de trato despectivo y tan cotidiano que todo alumno sin sesos creerá que «el profe fue sacado de contexto, porque quiso decir que en la San Pancho todos nos tuteamos».
El racismo velado y revelado es lo de menos, ¿no es cierto, parroquianos?