Quito, 17 mar (La Calle).- A excepción de Chile, los países de América Latina sufren de escasez de vacunas contra la COVID-19 y retrasos en las inoculaciones. Parte del problema puede explicarse porque los laboratorios priorizaron a los países ricos en la distribución, pero también por la falta de habilidad para comprarlas, y la negligencia de los Gobiernos.
Mientras que Chile se convirtió en ejemplo internacional por su campaña de vacunación; Brasil demostró que la capacidad y responsabilidad de los Gobiernos es clave en la lucha contra la pandemia. Entremedio, el resto de los países latinoamericanos luchan por conseguir vacunas y poder inocular, no sin tener que sortear escándalos por la aplicación de vacunas de forma irregular.
Los tres países que más han vacunado en América Latina
Hoy Brasil es el segundo país del mundo (después de Estados Unidos) donde hay más casos de COVID-19: casi 11,6 millones. En total, cuatro países sudamericanos están entre los 20 países con más contagios de coronavirus: Colombia con más de 2,3 millones; Argentina con más de 2,2 millones, y Perú, con casi 1,5 millones de casos. De ellos, sólo Brasil está entre los países que más casos diarios nuevos han tenido entre el millón de personas al 15 de marzo, con 314,5.
Pero la sorpresa es que el gigante sudamericano no lidera esa lista esta semana, sino Uruguay, que tuvo 335,66 casos nuevos diarios entre 1 millón de personas. Sin embargo, la situación en Brasil y Uruguay no encuentran su correlato en la vacunación.
El puesto número 1 del ranking de vacunación en América Latina al 15 de marzo lo ocupa Chile, según la información relevada por Our World in Data (OWD), de la Universidad de Oxford. El país gobernado por Sebastián Piñera pasó de ser criticado por su gestión de la pandemia y las altas tasas de infección, a ser alabado por su campaña de vacunación. Chile es el país que más vacunas ha administrado: 36,59 vacunas cada 100 personas.
El país sudamericano batió un récord el 8 de marzo al vacunar a la mayor cantidad de personas en un solo día —319.014 inoculaciones—; con lo cual superó la marca del 3 de marzo, cuando inocularon a 310.450 personas —157.112 con la primera dosis y 153.338 con la segunda—.
¿Cómo lo ha hecho?
El éxito chileno se debe principalmente a dos motivos. El primero, que Chile acogió ensayos iniciales de algunas vacunas y supo negociar muy bien y de forma temprana; así se aseguró vacunas de más de tres farmacéuticas. El segundo, se refiere a su programa de inmunización, que posee una base de datos digital actualizada y permite una excelente logística. Además, vale recordar que Chile fue el país de América Latina que más temprano inició su campaña de vacunación, el 24 de diciembre.
En total, Chile ha inmunizado a más de 5 millones de personas, según datos del 16 de marzo del Ministerio de Salud. Sin embargo, la campaña de vacunación chilena no ha estado exenta de conflictos. A mediados de febrero se conoció que más de 37.000 personas se habían saltado la línea de vacunación, y recibieron dosis antes de lo establecido en el calendario. A Chile le sigue Uruguay, pero con 6,11 personas inoculadas cada 100, según OWD. Al contrario de Chile, Uruguay pasó de ser elogiado por ser un caso de excepción en el control de contagios de COVID-19, al país con mayor tasa de casos nuevos en América Latina. Sobrepasó a Brasil en más cantidad de contagios diarios, casos activos y pacientes en terapia intensiva desde que se registró el primer caso de COVID-19 en el país, el 13 de marzo de 2020.
Uruguay aún está mejor que varios de sus vecinos regionales en algunos indicadores de la pandemia.
Con menos de 3,5 millones de habitantes, el país llevaba hasta el martes 16 de marzo 717 muertes; una de las tasas de letalidad más bajas de América Latina y menor que la de naciones con población similar, como Costa Rica, Panamá y Paraguay, según la base de datos de la Universidad Johns Hopkins. Además, hasta ahora el sistema de salud uruguayo no se ha visto desbordado por la pandemia.
Y pese a que fue el último país de la región en recibir vacunas contra la COVID-19, a fines de febrero; y en empezar la vacunación a comienzos de marzo, hoy es el segundo latinoamericano con más inoculaciones realizadas. La vacunación en Brasil es la cara opuesta a la de Chile. Brasil ha administrado 5,6 vacunas cada 100 personas, cifra que lo posiciona en el tercer lugar entre los países que más han inoculado en Sudamérica.
Aunque el presidente del país, Jair Bolsonaro, continúa oponiéndose a las medidas de confinamiento reclamadas por científicos para controlar la propagación del virus y lo llama “gripecita”, comenzó a preocuparse por conseguir vacunas. En los últimos días se lo vio con barbijo; encargó millones de vacunas y cambió a su ministro de Salud, el general Eduardo Pazuello, por Marcelo Queiroga, que es el cuarto en ocupar el puesto en lo que va de la pandemia.
Más de un año después del primer caso de COVID-19 en Brasil, el país está al borde del colapso y puede convertirse en “una amenaza para la humanidad”.
Aunque la población brasileña corresponde a menos del 3% de la población mundial, los casos de COVID-19 y muertes en el país representan casi el 10% y 12% del total, respectivamente.
Las cifras se traducen, entre otras cosas, en un sistema de salud colapsado en la mayoría de los estados y municipios brasileños. Las razones de que Brasil esté enfrentando el peor escenario desde el inicio de la pandemia son varias. Una nueva cepa muy contagiosa, factores estructurales y materiales, pero principalmente la política de Bolsonaro. La falta de preparación y prevención del Gobierno federal ha llevado a que a finales de enero Bolsonaro fuera acusado de liderar una “estrategia institucional de propagación del virus” por la Facultad de Salud Pública de la Universidad de São Paulo y la ONG Conectas Derechos Humanos.
Vacunación COVID-19 en América Latina
Después de Chile, Uruguay y Brasil está Argentina, que ocupa el cuarto lugar entre los que más inoculaciones han realizado, con 5,32 vacunaciones cada 100 personas. Le sigue Colombia con 1,54 inoculaciones cada 100 personas, y luego Perú (1,52), Bolivia (1,21), Ecuador (0,79), Paraguay (0,11) y Venezuela (0,04). En Argentina, cuando a finales de febrero aún no habían inoculado ni a la mitad del personal de la salud y ni a una minoría de la población de riesgo; la confesión de un periodista que fue vacunado por fuera de los esquemas establecidos; develó la existencia de un sistema de inoculaciones de privilegio para personas influyentes y cercanas al Ministerio de Salud.
A través del “vacunatorio VIP” al menos 70 personas fueron vacunadas de forma irregular; por lo que el presidente Alberto Fernández destituyó al ministro de Salud Ginés González García y pidió terminar “con la payasada”.
En Colombia
La Asociación Colombiana de Medicina Crítica y Cuidado Intensivo (AMCI) denunció la aplicación de dosis anti COVID-19 a personas que no están incluidas en la primera fase del plan de inmunización; y que negaron la vacunación a varios intensivistas que habían tenido COVID-19.
Además, según El Tiempo, hay denuncias de que inyectan vacunas vacías o con placebos. Además, el departamento del Amazonas es un “territorio abandonado” por el Gobierno; porque no destinó dosis del primer lote pese a ser uno de los estados más perjudicados por el COVID-19.
En Ecuador
En redes sociales, un video causó indignación al mostrar que miembros de dos clubes privados de la ciudad de Guayaquil recibieron la vacuna contra el COVID-19; mientras que las personas de bajos recursos económicos aún no son inmunizadas y la plataforma creada para la inscripción de mayores de 65 años nunca funcionó.
Los adultos mayores son parte del grupo que deben inmunizar en la primera etapa del proceso de vacunación, que arrancó el 1 de marzo y debe concluir el 20 de mayo, con la inoculación de 2 millones de personas. En esta primera fase también está incluido personal sanitario que no fue inoculado en la etapa cero; así como miembros de la fuerza pública, bomberos, docentes, personal que trabaja en la recolección de desechos y en sectores estratégicos como socorristas de la Cruz Roja, Defensa Civil, ECU-911, agentes de control municipal, brigadistas de riesgo, personal de funerarias, entre otros.