Luis Arce: «Democracia es el derecho a la riqueza para todos, no unos cuantos»

¡Honor y Gloria a nuestros ancestros que siempre nos acompañan!
¡Honor y Gloria a todas y a todos los mártires de la liberación!
¡Honor y Gloria a los caídos en Senkata, Sacaba, El Pedregal!
¡Honor y Gloria a los héroes del pueblo que recuperaron la democracia!

A partir del 10 de noviembre de 2019, después de 21 días en que se escamoteó la voluntad popular expresada en las urnas y que dieron un ganador Bolivia fue escenario de una guerra interna y sistemática contra el pueblo, especialmente contra los más humildes.

Las dos tareas que el gobierno de facto se impuso: pacificación del país y convocatoria inmediata a elecciones no se cumplieron, todo lo contrario. Se sembró muerte, miedo y discriminación, recrudeció el racismo y se uso lo pandemia para prorrogar a un gobierno ilegal e ilegítimo.

La persecución y criminalización desatada por el régimen en contra de dirigentes del MAS-IPSP y de los movimientos sociales, en contra de mujeres y hombres humildes del pueblo, se tradujo en muertos, heridos, encarcelados, perseguidos, asilados y exiliados.

Sacaba, Senkata y El Pedregal son una prueba irrebatible de la brutalidad del régimen, pero también son símbolo de dignidad y resistencia junto a hombres como Carlos Orlando Gutiérrez Luna, gran dirigente minero que luchó con valentía por la recuperación de la democracia y que siempre vivirá en el corazón del pueblo.

Pero, como diría Marcelo Quiroga Santa Cruz, aquel líder socialista asesinado en otro golpe de Estado en 1980, no es el odio lo que impulsa nuestros actos, sino una pasión por la justicia.

Este 8 de noviembre de 2020 iniciamos una nueva etapa en nuestra historia, y queremos hacerlo con un gobierno que sea para todas y para todos, sin discriminación de ninguna naturaleza. Nuestro Gobierno buscará en todo momento reconstruir nuestra patria en unidad para vivir en paz.

En este camino, la democracia es un valor fundamental de los pueblos. Se expresa de manera inequívoca la voluntad de la población y también es un eje ordenador de nuestra institucionalidad y de nuestra sociedad.

La democracia no sólo es el voto para elegir autoridades en todos los niveles, sino también elecciones abiertas, justas. Es la participación de todos y todos sin la exclusión de nadie, más aún de las mayorías sociales y nacionales culturales. Es la protección de los derechos civiles y
políticos como la libertad de expresión y la libertad de organización. Es pluralismo político.

Todos estos requisitos para calificar un sistema de democrático fueron mutilados en un año de un gobierno de facto. Durante meses se llenaron la boca de democracia para unos, mientras se intentaba proscribir no sólo al MAS, sino al pueblo en su conjunto.

Desde la recuperación de la democracia en Bolivia, en 1982, que fue producto de la lucha del pueblo boliviano, nunca como hasta ahora se ha tendido que evidenciar una democracia mutilada de sus contenidos centrales. Una inmensa mayoría plurinacional enfrentó el peligro de la
proscripción, la criminalización y la persecución.

Se estigmatizó a los movimientos sociales, a campesinos e indígenas y obreros. Nos llamaron salvajes, de sediciosos, de terroristas. Se humilló a las mujeres de pollera. Se quemó nuestra Wiphala, que es como quemarnos a nosotros mismos, como quemar nuestras raíces, desde sectores minoritarios de la población. Esa es la evidencia en las elecciones de octubre pasado se quería una democracia sólo para unos pocos.

En los hechos, estos sectores minoritarios levantan la bandera de la democracia sólo cuando les conviene, y cuando no.

Y cuando no recurren a la desestabilización, a la violencia, a golpes de Estado para hacerse del poder.

Lamentablemente, algunos grupos quieren volver a la democracia excluyente, mutiladora de nuestra plurinacionalidad. Una democracia en la que no participen aquellas mayorías que con el esfuerzo de su trabajo hacen posible la Bolivia de todos los días.

Sin embargo, a pesar de esas condiciones adversas, de que la participación del pueblo estuvo amenazada por la violencia del gobierno de facto y grupos paramilitares en las elecciones del 18 de octubre obtuvimos una histórica victoria en las urnas con más del 55 por ciento.

Somos mayoría. Eso quiere decir que la población boliviana votó por la paz y la estabilidad, por la esperanza y la dignidad, por el rencuentro entre todos y todas las bolivianas y bolivianos.

Ese voto del 55.10 por ciento no es de Luis Arce ni David Choquehuanca. Ese voto es producto de la consciencia y la organización de un pueblo que no quiere libertad para unos cuantos, sino para todos.

Es el voto de un pueblo que no quiere bienestar para unos cuantos, sino para todos; que no quiere alegría para unos cuantos, sino para todos.

Asumimos este mandato que nos da la población. El pueblo para trabajar incansablemente y con humildad por la reconstrucción de nuestra Patria. Nos comprometemos a rectificar lo que estuvo mal y a profundizar lo que estuvo bien.

En octubre de 2020 triunfó la democracia intercultural, la democracia que permite la deliberación y organización desde abajo. Triunfó la democracia que traduce esa voluntad, esa fuerza creativa a través del voto, pero democracia es también materialización de los derechos contenidos en nuestra Constitución Política del Estado.

De nada sirve elegir a las autoridades mediante el voto si a la vez el pueblo al que se debe la democracia está privado de los derechos fundamentales, como los de acceso a la salud, a la educación, al trabajo, a los ingresos y a la vivienda.

Democracia es tener el derecho de disfrutar de la riqueza que es para todos y no para unos cuantos. Eso lo hicimos en 14 años y eso vamos a profundizar en nuestro Gobierno: la redistribución del ingreso, los bonos siempre irán de la mano de nuestra política económica.

Vamos a trabajar entre todos y todas para recuperar los niveles de crecimiento que el gobierno de facto hizo añicos, y lo haremos reduciendo la pobreza, así como las desigualdades económicas y sociales. Esos son los principios que guían nuestro modelo económico social comunitario productivo al cual retomaremos.

Hoy nuestra Patria enfrenta una triple crisis iniciada en noviembre de 2019 con el golpe de Estado y profundizada con la pandemia. La crisis política que generó un gobierno que no salió de las urnas ni del respeto de los
reglamentos de la Asamblea Legislativa Plurinacional ni mucho menos de su apego a la Constitución Política del Estado.

La crisis sanitaria producto de la aparición de la pandemia mundial del COVID-19 en Bolivia. A la que el gobierno de facto no pudo ofrecer ninguna respuesta integral adecuada.

La crisis económica se deriva de la incapacidad del gobierno para generar estabilidad y crecimiento con justicia social. En un año se retrocedió en todas las conquistas del pueblo boliviano.

Hay quienes han argumentado que la situación actual es producto única y exclusivamente de la acción de ese enemigo silencioso llamado COVID-19, pero querer echarle toda la culpa a la pandemia de esta situación no es correcto. La crisis se venía conformando en el horizonte desde el golpe de Estado, tras el cambio abrupto de la política económica y se agudizó a raíz de los efectos de la crisis sanitaria.

Hoy nuestra economía nacional está en medio de una recesión profunda en la actualidad se tiene caída del PIB del 11.1 por ciento.

Según el dato publicado por el INE, al segundo trimestre de este año nuestro país pasó de liderar el crecimiento económico de Sudamérica durante seis años en el periodo entre 2006 y noviembre de 2019 a presentar la caída más fuerte de la economía en los últimos casi 40 años. El déficit fiscal programado para la gestión 2020 alcanza al 12.1% y se convierte en el más alto desde el periodo de la UDP. El déficit del sector público financiero a septiembre alcanza ya a 5.6 por ciento.

Por su parte, el TGN presenta un déficit programado ya del 8.7% explicado principalmente por el aumento del gasto corriente. El déficit corriente del TGN alcanza al 8.1% de la presente gestión.

Estas cifras muestran que en tan solo un año de gestión económica del gobierno de facto se pasó de una economía que privilegiaba a la inversión pública y a la redistribución del ingreso, a tener la necesidad de contraer deuda pública para pagar los sueldos y salarios del sector público.

Hubo un drástico incremento del endeudamiento público, entre noviembre de 2019 y octubre de 2020.

El gobierno transitorio endeudó al país en más de 4.200 millones de dólares entre deuda interna y externa. Destaca principalmente la contracción de deuda con el Banco Central de Bolivia por USD 1900 millones aproximadamente y 800 millones a través de subastas públicas de
bonos del TGN.

En el ámbito de la deuda externa se comprometieron créditos externos por más de USD 1.500 millones. Para cerrar el año programaron un endeudamiento de 4.400 millones de bolivianos adicionalmente en el mercado interno.

Las reservas internacionales netas disminuyeron en 881 millones de dólares entre noviembre de 2019 y octubre de 2020, lo que representa una caída del 13 por ciento, aproximadamente, a noviembre de 2019.

Las reservas internacionales se situaban en USD 6.459 millones y a octubre de este año se encuentran en sólo USD 5.578 millones; sólo en el mes de octubre las reservas disminuyeron en USD 777 millones.

El gobierno de facto deja una economía con cifras que no se veían ni en una de las peores crisis que sufrió Bolivia en el gobierno de la UDP en la década de los años 80 del siglo pasado, aumentó el desempleo, la pobreza y las desigualdades, tenemos ante nosotros el gran desafío de volver a reconstruir nuestra economía, de generar certidumbre, de generar crecimiento con redistribución del ingreso, de reducir las desigualdades económicas y sociales, pero estamos seguros que trabajando junto al pueblo lograremos una vez más superar las adversidades.

Hoy estamos aquí para enviar un mensaje de esperanza a todas las naciones que conforman Bolivia, a esas mujeres y hombres valientes que salen día a día a luchar para superar esta difícil situación, ellos son el ejemplo para una clase política que debe pasar esta página oscura en su
historia, mirar el presente con responsabilidad y compromiso y al futuro con optimismo, enfocándonos en un sólo objetivo, el vivir bien de todas y todos los bolivianos.

Por eso daremos continuidad a la construcción de una economía plural y diversas que recupere, fortalezca y promueva todo el potencial que tenemos, iniciativas y capacidades de Bolivia desde lo comunitario de los pueblos originarios y campesinos, lo estatal, privado, cooperativo y de la amplia diversidad y cultural.

Durante meses hemos planificado una serie de acciones para activar nuestra economía y se toma la dinamización de la economía interna. Tenemos grandes proyectos que vamos a poner en marcha gradualmente en los próximos meses, cumpliendo así nuestro compromiso de campaña con el pueblo, porque día que pasa sin tomar acción, día que se complica la situación de Bolivia.

Nuestra patria hoy más que nunca requiere esfuerzo y movilización sincronizada entre la sociedad civil y todos los órganos del Estado, entre el sector público y el sector privado; así, como entre las diferentes agrupaciones políticas. A pesar de las diferencias estamos en la obligación de estar a la altura del pueblo, que nos demanda unidad, paz y certidumbre.

 Unidad y complementariedad entre oriente y occidente, entre el campo y la ciudad. Todos somos Bolivia, debemos poner fin al miedo en Bolivia. Creo en la justicia, no en fomentar un ambiente de resentimiento y de venganza, que no respete la diversidad de pensamiento, en donde ser de otro partido o color político te hace ser objeto de odio.

Eso debe acabar. Creo y apoyo el refuerzo, la institucionalidad del Estado y en generar un ambiente seguro y estable donde los únicos que deben temer son los infractores, los criminales, los violentos y los que cometan actos de corrupción.

Nuestro Gobierno trabajará orientado en el presente y futuro, sirviendo al pueblo boliviano, a intereses colectivos y no intereses mezquinos individuales.

Desde esta tribuna en la que se concentra la voluntad democrática de nuestro pueblo, también quiero dirigir a la comunidad internacional, a las hermanas y hermanos de otros países que hoy nos visitan.

Somos una nación soberana, con un Gobierno nacido en las urnas y nuestra voluntad es la de trabajar por un mudo multipolar, en la que no exista la supremacía de ninguna potencia y en la que todos los estados y seres humanos vivamos sin miedo, sin guerras, sin odios, sin saqueo de nuestros recursos naturales; sin la explotación, sin racismo y discriminación; sin amenazas, sin presiones de ninguna naturaleza.

Asumimos con fuerza hoy más que nunca los principios de la autodeterminación de los pueblos, la no intervención, el no alineamiento y la plena igualdad jurídica y política de todos los estados sin ninguna forma de subordinación.

Apostamos por una integración emancipadora y no subordinada que considere todos los ámbitos de la vida, desde la salud, la educación hasta la económica comercial. Reivindicamos la integración Sur- Sur en un mundo globalizado en que no se imponga designios desde el Norte.

Propugnamos la unidad política de la diversidad de América Latina y el Caribe, la CELAC es la mejor vía para conquistar tan noble e histórica causa. Volvemos a ser nuestra resolución de la CELAC de la 2014, cuando declaramos a América Latina y el Caribe como un territorio de paz.

Levantamos la bandera de la diplomacia de los pueblos por la vida y de un mundo sin muros. Debemos poner fin a todo aquello que nos impide reconocernos como iguales, como hermanas, como hermanos. En la subregión, planteamos la recuperación de la Unasur como espacio de integración y un mecanismo de concertación política en la que nos encontremos todos, independientemente de la orientación política de los gobiernos.

Querido pueblo de Bolivia, estoy hoy frente a todos ustedes con mucha emoción, pero con un enorme sentido de responsabilidad que nace del amor que le tengo a nuestra Patria, a nuestras raíces y al pueblo, pero también las promesas asumidas ante esta campaña política, por eso quiero reafirmar desde aquí mi compromiso de honrar cada una de ellas.

Asumo la Presidencia del Estado Plurinacional de Bolivia con mucha humildad, con mucha honra y con mucho agradecimiento por la confianza depositada en nosotros. Gobernaremos con responsabilidad e inclusión, representándolos a todas y todos, afrontando los cambios necesarios con el objetivo de que Bolivia vuelva a la senda de la estabilidad lo antes posible.

Hoy afrontamos el enorme reto de tener que escribir unido a las letras que definirán los próximos cinco años de nuestra historia, esperando ser recordados como el Gobierno en el que el pueblo boliviano se levantó para recuperar la democracia, la dignidad, la paz, el crecimiento y la justicia social.

Trabajaremos incansablemente sirviendo al pueblo boliviano. Venceremos a la pandemia, triunfaremos sobre la crisis como ya lo hicimos en años anteriores, porque somos un pueblo luchador, perseverante y valiente que mira sin miedos y con optimismo y con la fuerza de saber que nosotros somos capaces de conseguir.

En mi recorrido por toda Bolivia, junto con el hermano jilata David, he sentido el dolor, pero también la esperanza de millones y millones de bolivianos y bolivianas. No olvidaré nunca las lágrimas, los abrazos, las sonrisas, las palabras de fuerza que me dieron en todo momento, ni las historias personales que me compartieron en cada lugar por el que pasé.

No olvidaremos los anhelos de quienes sean visto tan afectados en este año fatídico marcado por el golpe a la democracia y por esta cruel pandemia.

Sus rostros, sus voces, su cariño y esperanza estarán siempre presentes hoy conmigo y me acompañarán en todo momento durante los próximos cinco años.

Por mandato de ustedes, queridas hermanas y hermanos, asumo con mucha humidad y responsabilidad la Presidencia del Estado Plurinacional.

Miro el pasado, todo lo que vivimos y superamos. Levanto mis ojos y veo que una Bolivia mejor es posible, con la participación y el trabajo de todas y todos los bolivianos. Caminemos en paz, lado a lado para lograrlo.

¡Vamos a salir adelante!

 ¡Que viva el Estado Plurinacional de Bolivia!

¡Que viva!

¡Honor y gloria al pueblo boliviano!

¡Que viva!

 Muchas gracias.

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