Quito, 13 jun (La Calle).- El retorno progresivo a clases en 1.301 centros educativos del país es uno de los primeros pasos que se están tomando para la vuelta de millones de estudiantes en Ecuador. En este sentido, mujeres, niñas, niños y adolescentes se convirtieron en las víctimas ocultas de la pandemia.
Según el Análisis Rápido de Género para la Emergencia de COVID-19 en ALC de ONU Mujeres y CARE, la brecha digital de género ha aumentado durante la COVID-19 en la región en lo que respecta al acceso a las TIC y plataformas digitales por parte de las mujeres y las niñas. Esta desigualdad se agudiza especialmente sobre los grupos vulnerables como una variable de exclusión. Las niñas y adolescentes refugiadas y migrantes son las más afectadas debido a que asumen las tareas del hogar en detrimento del aprendizaje.
La brecha digital de género, la pandemia de COVID-19 y su condición de movilidad humana suponen un triple obstáculo para las mujeres refugiadas y migrantes que se encuentran en el Ecuador. Uno de los principales motivos que llevan a las mujeres a migrar es proporcionar a sus hijos un mejor futuro a través de la educación. “Para mí, la educación es lo principal. Miro por el bienestar de ellos, que puedan recibir una buena educación”, afirma Anahí*. Ella es una mujer venezolana de 25 años, que tiene dos hijos de 8 y 6 años.
Ese mismo motivo le hace levantarse cada día a las madres que ponen voz a este artículo. Están conscientes de la importancia que supone la educación de sus hijas e hijos. Laura*, colombiana de 26 años, tiene dos hijos de 4 y 1 años. Ella cruzó la frontera e ingresó en Ecuador hace algo más de un año. “Me parece que la educación es muy importante porque se crían con buenos valores y principios”, dice.
El triple obstáculo
Sin embargo, este triple obstáculo no solo incide sobre estas mujeres, sino también sobre las más pequeñas. Esta realidad crece por la falta de recursos económicos lo que impide a las familias migrantes cubrir los gastos de internet que requieren niñas y niños para asistir a la escuela virtual.
La hija de Laura tiene 4 años y cada lunes se conecta para recibir sus clases virtuales, pero no siempre es factible. “Cuando no hay dinero para pagar internet, no podemos hacer que la niña acceda a educación”, dice. El acceso a Internet y la falta de dispositivos son otras de las dificultades que enfrentan las familias en situación de movilidad humana. Para Margarita*, quien tiene 5 hijas e hijos y una tablet, asegura que deben jugar a la ruleta para ver quién se conecta. «Es el único inconveniente con la coincidencia de las clases”, asegura.
Datos de UNICEF arrojan que el 43,7% de las niñas y niños refugiados y migrantes de Venezuela no tienen acceso a educación formal en Ecuador. Este es el caso de Anahí, que hace las veces de profesora con sus hijos e hijas para que no vean su educación interrumpida, lo que aumenta su carga en los cuidados. “Trato de ponerlos a hacer yo mismo tareas para que mis niños no se atrasen”, comenta.
En este sentido, la falta de acceso a TICs y a la educación es una línea divisoria que tiene consecuencias específicas para las mujeres y las niñas. En primer lugar, en las zonas rurales y remotas las mujeres sufren un aislamiento social al no disponer de acceso a Internet. Además, la brecha digital genera diversas barreras, tanto al estudio y al conocimiento como al desarrollo personal y profesional de las mujeres. Esto, al mismo tiempo, amplía las desigualdades socioeconómicas, siendo un limitante para encontrar un empleo, hoy día cada vez más vinculado con las TICs. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la falta de autonomía económica y de acceso a Internet y a la posibilidad de teletrabajar tiene mayor impacto sobre las mujeres de menores ingresos.
Caminando hacia la igualdad de género
Para ello, desde el punto de vista de la igualdad de género, es imprescindible superar la segmentación en el ámbito laboral para transformar los roles de género y garantizar un futuro para las mujeres con autonomía económica y en condiciones de igualdad. La reproducción de los sesgos de género sigue perpetuando la responsabilidad de los cuidados a las mujeres y las niñas, a quienes en muchas ocasiones se les encarga estos cuidados y con ello disponen de menos tiempo para estudiar.
Para caminar hacia la igualdad de género, el proyecto Caminando de ONU Mujeres trabaja en el empoderamiento económico y la generación de medios de vida a través del mejoramiento de las capacidades de las y los participantes en el proyecto. Por ello, Caminando combate los estereotipos a través de la promoción de masculinidades no violentas y corresponsables.
Este componente es muy importante porque desmitifica las falsas creencias que existen acerca del rol de las mujeres en la sociedad, contribuyendo así a generar espacios de convivencia basados en la igualdad de género y rompiendo los estereotipos de género en relación a las competencias digitales de las niñas.
«Hoy debe haber igualdad»
Las y los cuidadores han debido asumir nuevas tareas dentro del hogar, pero actualmente esta carga continúa recayendo en las mujeres, quienes incrementan su sobrecargar de trabajo. En este sentido, Violeta*, de 41 años, trabajó por más de una década en el sector vocacional de la educación en Colombia hasta que tuvo que buscar refugio en Ecuador un año atrás. Ella reconoce que esta cuestión debe replicarse en todas las esferas, especialmente, desde las edades más tempranas:
“Ya no estamos para el cuento de siempre, el machismo tiene que acabar, cuando el hombre estudiaba y la mujer se quedaba en casa. Hoy día ya debería haber igualdad. En mi trabajo en Colombia trataba de hacer ver eso a los padres y las madres, que tenemos que eliminar esa discriminación hacia las mujeres. Todos somos iguales. Y eso se tiene que enseñar a los niños y niñas y a la sociedad, y también replicarlo dentro de casa”.
Precisamente, durante la implementación del proyecto Caminando, se ha formado tanto a mujeres como a hombres en la corresponsabilidad de los cuidados. A raíz de la pandemia de COVID-19, junto al cierre de las escuelas, la carga sobre los cuidados fue mayor para las mujeres. Ello repercutió en el acceso a la educación y las TIC de muchas niñas y adolescentes.
El proyecto
El proyecto Caminando: Igualdad de género y empoderamiento de las mujeres en situación de desplazamiento y refugio y de las mujeres en comunidades de acogida en la frontera norte y sur del Ecuador inició en septiembre de 2019 con el objetivo de abrir caminos para la incorporación del enfoque de género en las acciones humanitarias de las zonas fronterizas del Ecuador. El trabajo se concentra en las provincias de Esmeraldas, Carchi, Sucumbíos, Imbabura y El Oro. En ellas se implementa gracias a los fondos de la Oficina de Población, Refugiados y Migración de los Estados Unidos de América.
* Nombre protegido por razones de seguridad. La persona autorizó a ONU Mujeres a contar su historia. Disponible en la web de ONU Mujeres Ecuador: El triple obstáculo que enfrentan las mujeres refugiadas y migrantes en Ecuador