Pamela Benalcázar Villaba
Quito, 17 abr (La Calle).- Según el Fondo de la Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el Ecuador ocupa el segundo lugar en América de acuerdo con el índice de desnutrición infantil. El panorama en general del hambre es desalentador según el organismo.
Según la FAO, Ecuador solo está después de Guatemala, con la tasa más alta de desnutrición crónica infantil en la región, con el 23%. Por ello, la UNICEF reportó que la desnutrición crónica infantil es considerada uno de los principales problemas de salud pública en el Ecuador, dado que tres de cada 10 niños menores de dos años la padecen.
Antes de la pandemia, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) alertó sobre la prevalencia de subalimentación del 7,9%, y un 7,1% de prevalencia de inseguridad alimentaria, que representa 1,3 millones de personas subalimentadas y 1,2 millones de personas que padecen inseguridad alimentaria grave.
En el 2020 la prevalencia de la desnutrición en el total de la población fue del 14,4%.
¿Qué hace el gobierno?
“El Ecuador debe poner fin a la desnutrición crónica. El país no puede esperar ni un segundo, ni un minuto, ni un día más. El Estado tiene que tomar acciones ya”, dice el informe del organismo.
En el país, desde 1993 solo se han realizado 12 programas de salud y nutrición a escala nacional. No obstante, no se ha tomado especial cuidado a los niños menores de cinco años. En el 2018 incrementó casi en 3 puntos porcentuales la desnutrición en niños que no han cumplido los dos años yendo del 24,8% a 27,2%.
Pese que el ofrecimiento del presidente Guillermo Lasso ha sido combatir la desnutrición infantil, no se ha tomado ninguna medida que contrarreste las cifras. La venta del Banco del Pacífico es la única solución a largo plazo que pretende acabar con la problemática sin que se tomen otras alternativas.
El hambre en el mundo ante el conflicto bélico
Según la Agencia DW, mientras la guerra en Ucrania sigue su curso, en las cocinas de todo el mundo se siente el aumento de los precios de los alimentos, y la sombra de una extensión del hambre en el mundo empieza a cobrar fuerza.
Según el Instituto de Recursos Mundiales, la zona del Mar Negro es un granero planetario y Rusia y Ucrania representan el 29% de las exportaciones mundiales de trigo, el 19% de las de maíz y el 78% del aceite de girasol.
Pero la guerra ha interrumpido la producción y distribución e inflado aún más los precios de los alimentos. Al hecho de que los granjeros ucranianos no saben si podrán realizar la próxima cosecha, se suma la prohibición de exportar granos decretada por el Kremlin.
La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) destacó que el índice de precios de los alimentos alcanzó un máximo histórico en marzo, aumentando un 12,6% en comparación con febrero.
A través de ese índice, la FAO mide la variación de precios de los productos básicos alimentarios. Por su parte, en la Unión Europea, el precio de la comida, el alcohol y el tabaco subió un 4,1% en comparación con febrero, mes que ya había visto un incremento del 3,5% en comparación con enero.