Samanta Calderón, redactora
Quito, 20 abr (La Calle). – El estado de salud de los especialistas que combaten a la COVID-19 en Ecuador es una preocupación permanente, aunque no para el Gobierno. Y no se trata solamente de la salud física bastante mermada por la falta de insumos, sino también preocupa su salud mental y psíquica.
Ha pasado un año y meses desde el inicio del colapso en el sistema de salud, a causa de la pandemia. Los médicos, enfermeras, trabajadores de limpieza, es decir profesional de primera línea, no descansan para salvar la vida de sus pacientes.
El especialista David Jaramillo, explica que el personal de salud está sufriendo de cuadros de impotencia y culpabilidad, debido a la situación que viven a diario con los familiares de pacientes Covid.
“Muchos de ellos presentan estrés postraumático que afecta la parte emocional, conductual y el área cognitiva. Dentro de las consecuencias emocionales que presentan los médicos están la frustración, culpa, irritabilidad y aislamiento de su círculo social”, dijo el especialista.
La frustración que tiene el personal de salud se acrecienta con la conducta que tienen muchos ciudadanos en plena emergencia sanitaria. Las autoridades desmantelan fiestas clandestinas, reuniones y aglomeraciones, mientras la realidad en los hospitales vive un estado alarmante.
Ira y frustración
Jorge Luis Vélez, médico intensivista del Hospital Pablo Arturo Suárez, conversó con Radio La Calle acerca de su trabajo en el área de terapia intensiva.
“Lo primero que hago cuando me siento en mi escritorio es ver la lista de pacientes. Observo una saturación total del área UCI. Inmediatamente me invade una sensación de frustración e ira a la vez. Tengo la necesidad de estar ahí, es una mezcla de emociones entre carga moral y profesional. No me queda más que seguir porque si no quién se queda”, explicó.
“Si en algún momento alguien de la población común viviría en carne propia la realidad de los hospitales, en ese momento las personas dejarían la reuniones innecesarias para otro rato”, comentó.
Mario Montalvo, médico intensivista está cansado y triste. “Estamos cansados de ver morir personas y afuera parece que no pasa nada. Ayer que salía del trabajo me sentía con una sensación de molestia, un enojo que yo mismo no puedo explicar porque al salir a la calle uno observa que la gente no colabora”, dice casi con resignación ante el estado de la situación.
Frente a este problema, el país no cuenta con un sistema de prevención en el sistema de salud. A nivel latinoamericano no existe una cultura de salud mental.
Ayuda para los médicos
A nivel de hospitales se desarrolla tratamientos de acompañamiento al personal médico de manera independiente. El objetivo es ayudar al personal con el manejo de su salud mental en su área laboral.
“Un ejemplo de estos acompañamientos se presentan en el Hospital General Docente de Calderón. Ahí se realizan técnicas de descargas emocionales con el personal. Se conversa con todo el grupo que trabaja en estas áreas principalmente para evitar el sentimiento de culpa que genera el deceso de sus pacientes”, cuenta Edison Martínez Rivas, psicólogo clínico del Hospital General Docente de Calderón.
Hablar de la COVID-19 con los especialistas de salud les genera ansiedad. Esta característica aparece en la mayoría del personal que llega a su hogar al terminar su jornada y debe mostrarse diferente a su familia. Una penosa situación que puede agravarse ante la aparición de la variante brasileña del COVID en Ecuador.