Quito, 19 mar (La Calle).- Según un nuevo estudio, la forma grave de COVID-19 puede causar depresión y ansiedad. Los síntomas pueden durar hasta 16 meses, advierten los científicos, según recoge Sputnik.
Se trata de la primera investigación dedicada a estudiar las consecuencias mentales del COVID-19 a largo plazo. El estudio incluyó 250.000 participantes de Suecia, Islandia, Dinamarca, Estonia, Noruega y el Reino Unido. Los resultados del examen los publicó la famosa revista médica The Lancet.
Los científicos examinaron a los voluntarios durante 16 meses. En el marco de este período, el COVID-19 ha sido diagnosticado en aproximadamente 10.000 personas. Los participantes evaluaron sus síntomas de depresión, ansiedad, problemas con el sueño y estrés relacionado con el coronavirus en un cuestionario e informaron cuánto tiempo estuvieron en la cama debido a la enfermedad.
El estudio demostró que las personas que han estado postradas en cama con COVID-19 durante al menos una semana generan serios problemas sicológicos. Ellos tienen hasta un 60% más incidencia de ansiedad y depresión después de la infección.
«Es difícil decir cuáles son las causas de este vínculo. La combinación de preocupaciones sobre los efectos de la enfermedad a largo plazo en la salud y los síntomas físicos persistentes que limitan el contacto social y contribuyen a la sensación de impotencia podrían servir como las posibles explicaciones», aclara Anikó Lovik, becaria postdoctoral en el Instituto Karolinska de Suecia y una de los autoras del estudio al portal científico Forskning.se.
Salir de la depresión
Los científicos suponen que las formas suaves o asintomáticas del COVID-19 producen cierto alivio en la mente de las personas enfermas. Por ello podrían volver más rápido a su vida normal.
«Es posible que la infección leve o asintomática de COVID-19 resulte en algún alivio entre estas personas que ahora pueden volver a sus vidas normales», reflexionó Fang Fang, profesor del Departamento de Medicina Ambiental del Instituto Karolinska.
Tal vez le interese:
Teletrabajo, ‘zoom’ y depresión: el derecho a la desconexión