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Derechos GLBTI: las batallas que aún faltan conquistar

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Quito, 17 may (La Calle). – El 17 de mayo marca en la historia un hito destacable en cuanto a derechos humanos de la comunidad GLBTIQ. La Organización Mundial de la Salud (OMS) eliminó a la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales, un 17 de mayo de 1990, conocido como el Día Internacional contra la Homofobia, transfobia y bifobia. Pero todavía falta mucho por recorrer.

En Ecuador, un país que fue consagrado al sagrado corazón de Jesús por el Gobierno de Gabriel García Moreno en 1873, el avance en derechos humanos es proporcional a su ideología de Estado, una ideología católica y por consecuencia conservadora. Ningún libre albedrío.

“Los Fantasmas se cabrearon”, no es el único archivo que guarda los gritos de las víctimas de la comunidad GLBTIQ que sufrieron violencia, pero sí es la única huella grabada por la fundadora del primer colectivo visible que salió a las calles desde los años ochenta a exigir que se respeten sus derechos, se trata de Alberto Cabral y Cabrera, conocida como Purita Pelayo y el colectivo “Coccinelle”, nombre que hace honor a la primera actriz y cantante transexual francesa cambiarse de sexo, Jacqueline Charlotte Dufresnoy.

En los años 80, 90 y 2000, las personas trans ya eran víctimas de una violencia sistemática e institucional. Las personas trans fueron víctimas, sino hasta ahora, de torturas, ejecuciones extrajudiciales, violaciones, discriminación y actos de odio.

“Cuando desaparecían o aparecía un muerto de la comunidad GLBTI, en las noches, solo éramos producto de la crónica roja y al otro día nadie más se acordaba de nosotros”, atestigua Purita Pelayo.

El Estado no garantizaba ningún derecho para estas personas, al contrario culpaba a la comunidad GLBTI+ de cometer “atentando al decoro y las buenas costumbres” en un plan contra la delincuencia denominado “Más seguridad”.

En ese contexto, en 1997, el colectivo “Coccinelle”, se tomó la Plaza de la Independencia para exigirle al Estado que elimine el inciso primero del artículo 516 del Código Penal (vigente desde 1938), que sancionaba con cárcel de 4 a 8 años las relaciones entre personas del mismo sexo. En noviembre de ese año, el colectivo ganó esa batalla, la despenalización de la homosexualidad. Este logro cumplirá 23 años en noviembre 2020.

Otro de los campos conquistados fue la legalidad del matrimonio igualitario, en junio de 2019. En Latinoamérica, Ecuador se convirtió en el quinto país en reconocer judicialmente el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Pero el camino aún es largo, no solo en Ecuador sino también en el exterior.

Matrimonio Igualitario

Argentina tomó la posta de los derechos de la comunidad LGBTI en América cuando en 2010 se aprobó el matrimonio igualitario. Brasil, Canadá, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Estados Unidos, algunos estados de México y Uruguay también aprobaron esta decisión. En Chile se permite la unión civil.

Discriminación a la comunidad trans

Sin embargo, no acceder al matrimonio no es el único obstáculo que esta comunidad enfrenta. Según la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH), el 80% de las mujeres trangénero en Latinoamérica mueren antes de los 35 años. La gran mayoría no puede acceder a documentación, servicios sanitarios y trabajo. Los estados construyen un muro de discriminación a su alrededor.

Asesinatos

Entre el 2014 al 2019, Colombia registró 542 asesinatos a personas de la comunidad GLBTI. 402 murieron México; mientras que 164 en Honduras. El asesinato es la forma más violenta y sangrienta de discriminación a esta comunidad.

Entre 2008 y 2017, 171 personas transgénero fueron asesinadas en Brasil, 58 en México y 10 en Colombia. Los registros los llevan los colectivos trans, ya que en muchos estados no existe la figura de asesinato por razón de identidad de género.

En el mundo

Según una encuesta del Pew Research Center, España es el país más “tolerante” con un 88% de aceptación a la homosexualidad. Sin embargo, en 2017 se registraron 287 ataques homofóbicos a partir de denuncias. La realidad muestra una cara diferente, a juicio de los activistas.

Las tradiciones religiosas y políticas juegan un papel importante a la hora de hablar sobre la homosexualidad y el matrimonio igualitario. Mientras el lado occidental parece un poco más abierto a la discusión, el lado oriental aún hace oídos sordos y los castiga con cárcel y pena de muerte.

Problemas como las clínicas de desomosexualización que en Latinoamérica crecieron por las comunidades evangélicas son otro obstáculo que la comunidad LGBTIQ sigue sorteando en busca de un sociedades más igualitarias.