Por: Diego Ponce
Han pasado casi tres años desde que Lenín Moreno asumió el mandato del pueblo ecuatoriano, llegando con un discurso de izquierda, revolucionario, preocupado por el bienestar de la sociedad, la igualdad de condiciones, el derecho de las personas a recibir los servicios más elementales que supuestamente garantiza la Constitución del Ecuador, que son la educación, la salud, el empleo, el Buen Vivir.
Sin embargo, ya conocemos el triste resultado de la obra: privatización, persecución, despidos, opresión, entreguismo al FMI, destrucción del Estado, reducción del presupuesto a sectores tan importantes como lo son la salud y la educación.
Nos robaron hasta la esperanza
Es lamentable ver cómo el pueblo fue engañado, cómo personajes tan nefastos para el país entraron por la ventana, pero más detestable es ver cómo gente que entró por la puerta grande, fue la que permitió su entrada, haciendo esas ventanas mucho más grandes que la entrada principal (esa va contra ustedes, Asambleístas, no se hagan los locos).
La traición es, quizá, el peor de los defectos en la humanidad. Debemos tener en claro que se lo pudo prevenir, que esa gente que hoy disfruta del poder habiendo estado en los mismos cargos en el gobierno anterior era la misma que hizo que se estigmatizara el concepto de revolución, a tal modo de que una gran parte de la población la considerara como una mala palabra.
Sin embargo, pese a tanta maldad, tanta desfachatez, tanta corrupción, incompetencia e ineptitud, los verdaderos revolucionarios mantenemos viva la llama de la esperanza.
No todo está perdido
Ojo, al referirme a verdaderos revolucionarios no estoy hablando de los seguidores del expresidente Rafael Correa, tampoco me refiero a los fans de la CONAIE, Vargas e Iza. Mucho menos me refiero a ciertos oportunistas que siempre van y vienen de la Izquierda Democrática o del MPD…
No, al referirme a los verdaderos revolucionarios es, por mencionarlo, a la juventud que sacará a este país adelante, que siempre lo ha hecho, que busca cualquier forma para hacerlo, desde la academia, desde el arte, desde los sectores productivos, desde el pensamiento y la comunicación.
Es por eso que en este artículo comparto un manifiesto que lo redactó Hernán Alejandro Velasco, en el año de 2016, poco antes de su muerte, consciente de las verdaderas necesidades del Ecuador y la Patria grande, como le gustaba llamarla.
MANIFIESTO
Alejandro Velasco
Nos reconocemos como ciudadanos ecuatorianos en revolución, buscamos cambiar de raíz y en forma permanente el sistema oprobioso que privilegia las inequidades en función de los intereses de los grupos económicos que han detentado el poder a través de nuestra historia.
Consideramos que todos somos libres e iguales en derechos y responsabilidades. Buscamos un sistema económico y social que responda a nuestras necesidades, que privilegie al ser humano sobre el capital y las mercancías; un nuevo sistema que tenga en cuenta nuestras particularidades regionales, de género, etario, cultural; que busque la paz, que combata la pobreza, que busque la equidad, la soberanía y en el que se ejerza a plenitud los derechos.
Decimos con Simón Rodríguez, el maestro del Libertador Simón Bolívar: “Nuestra revolución ha de ser de creación y no de calco y copia”
Desde la memoria, la alegría y la esperanza, reconocemos nuestro pasado antiguo de culturas milenarias, de saberes ancestrales y de diversidades que nos hace únicos, distintos, y con un futuro de igualdad en derechos.
Asumimos el legado de nuestros próceres independentistas, en especial el pensamiento y la acción de Eugenio de Santa Cruz y Espejo, “Chusig”, de los hombres y mujeres que participaron activamente en el proceso emancipador con ideas y acciones; saludamos con fervor a tod@s los que llevaron a efecto el 10 de agosto de 1809 y honramos la memoria de nuestr@s mártires del 2 de agosto de 1910. Recogemos su ejemplo, sus banderas de lucha y su decisión de vencer.
Nos reconocemos como Bolivarianos, libertarios, ciudadanos de América Latina y del mundo, constructores de un pueblo de pueblos, soberano, solidario, pacífico, creativo, en donde la alegría y la esperanza; en el que se comparta el conocimiento, la ciencia, el arte, la cultura y el pan nuestro de cada día.
El trabajo, las ideas y la propuesta de la “Patria Americana” que nos hiciera el Libertador Simón Bolívar es y será fuente renovadora de convocatoria plural, democrática, sin sectarismos, para la construcción de la “Patria Nueva”, libre, soberana, independiente, inserta en igualdad de condiciones en la región y el mundo, respetuosa de la soberanía de los pueblos, solidaria, cariñosa y con las puertas, las ventanas y las conciencias de par en par abiertas al conocimiento, la ciencia, la reflexión y la generación de pensamientos y propuestas propias. El Ecuador en el mundo y el mundo en el Ecuador.
El ejemplo de lucha y el pensamiento emancipador de miles de héroes anónimos que aportaron en la consecución de derechos y conquistas, guía nuestros pensamientos y acciones para lograr nuestra segunda y definitiva independencia.
De la América nuestra, recogemos las banderas de lucha y el ejemplo de los campesinos libertarios, de los trabajadores revolucionarios, de los hombres y de las mujeres que nos han hecho crecer en ideas y en espíritu: Emiliano Zapata, Maceo, Martí, Morazán, Sandino, Farabundo Martí, Manuela Sáenz, Rosita Campusano, Manuela Cañizares, Dolores Cacuango, Nela Martínez, Joaquín Gallegos Lara, Fidel Castro, Ernesto “Che” Guevara, César Vallejo, Pablo Neruda, Oswaldo Guayasamín, están siempre presentes en nuestro ideario de liberación.
Nos reconocemos como laicos, respetuosos de credos, opciones sexuales y diversidades culturales. Reconocemos el legado combativo y radical del General Eloy Alfaro Delgado y consideramos que sus propuestas económicas, políticas y sociales transformaron al Ecuador y tienen gran proyección en lo que será el “Nuevo Ecuador”, con ética, responsabilidad social, respeto a los derechos humanos y armonía con la naturaleza.
La memoria está cargada de futuro. Hemos avanzado mucho, pero no podemos detenernos, sería una traición a nuestro pueblo, a nuestro tiempo. Vamos hacia la revolución de las ideas, a la generación del pensamiento creativo, a la apropiación y generación de los avances tecnológicos, de la ciencia, el arte y la cultura.
Los intereses y buen vivir de los obreros, los trabajadores, los indígenas, los afro descendientes, las grandes mayorías de esta nueva Patria, son la razón de ser de nuestro accionar, recogemos sus demandas, su ejemplo de lucha y sus combates por derechos y libertades.
Consideramos que es tiempo de superar inequidades, distancias económicas, sociales, educativas, laborales; hay que superar atavismos, fijaciones ideológicas, dogmas y resentimientos; hay que superar complejos; tenemos que eliminar el machismo, el racismo, la xenofobia; respetamos la movilidad humana y consideramos que no existen personas ilegales; hay que eliminar para siempre el analfabetismo, la opresión y la explotación laboral. Hombres y mujeres en igualdad de condiciones y derechos, construirán la Patria Nueva, solidaria, alegre y llena de banderas.
Nuestros hermanos migrantes jamás nos abandonarán el alma ni la Patria, en donde quiera que estén. Estamos en contra de la miseria, de la desnutrición y el olvido. Queremos una Patria repartida, amorosa y amable. Somos los dueños legítimos de nuestros recursos naturales, de nuestro espacio radioeléctrico, de nuestra energía, de la infraestructura instalada, no permitiremos la injerencia de ningún Estado en nuestra soberanía y nuestro territorio no aceptará fuerzas de ningún tipo que lesionen nuestra economía, nuestra paz y nuestro bienestar.
Buscamos la independencia y la soberanía: alimentaria, energética, territorial, política y económica; consideramos que la educación es un derecho inalienable que debe ser prodigada por parte del Estado con calidad, en forma gratuita; la salud es un derecho que debe velar y prodigar el Estado a través de sus instituciones especializadas através de una red inteligente y amable que abarque el territorio nacional y a la totalidad de sus habitantes; el trabajo es un derecho y la seguridad social que debe buscar el bienestar del ser humano, cubriendo sus necesidades.
Buscamos la unidad regional, unidad solidaria en lo económico, en lo social, energético, comercial, cultural; un solo pueblo, lleno de pueblos y gente diversa, única, pero nunca desigual.
Convocamos desde la alegría, desde la memoria, desde el pensamiento revolucionario a todos los ciudadanos a sumar fuerzas para cambiar en forma profunda y rápida las condiciones sociales y económicas que nos atan a un pasado que debemos superar.
Queremos una Patria de todos, que se reparta en libros, en derechos, en abrazos, en pan y en poemas, en felicidad colectiva, en esperanza. Vamos a vencer.