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Bahía de Caráquez, la inacción estatal fue mil veces peor que el terremoto

Gema Valdez Vera, redactora

Bahía, 23 ene (La Calle). – El viento en Bahía de Caráquez esconde una ligera llovizna, los pescadores revisan sus redes, mientras prenden los motores de sus pangas con ruta a las olas.

Los carniceros sacan filo a sus cuchillos, el olor a pan delata que las panaderías están por abrir. Son las cuatro de la mañana en Bahía de Caráquez y en las calles ya están quienes madrugan para construir sus sueños.

En el centro de la costa ecuatoriana, provincia de Manabí. Bahía es conocida por ser la suma de edificios modernos, veredas amplias, brisa marina y luz solar.

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Bahía, vecina del mar y la luz.

Esta imagen se rompe al observar muchos espacios vacíos en la ciudad, paredes cuarteadas de edificios, casas en ruina, vidrios rotos, calles resquebrajadas y obras inconclusas.

Han pasado casi cinco años del terremoto de abril del 2016 y entre las obras a medias está el Palacio Municipal, que opera en la parte alta del mercado central.

El museo arqueológico, en cambio, es un monumento a la negligencia. En su interior, se observa una biblioteca abandonada por libros y lectores. Ese vacío hiere hasta los huesos.

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La ciudad muestra las huellas del terremoto y del olvido estatal.

 “Son muchos los edificios, que aún no han sido reconstruidos, otros, incluso están otros por ser demolidos. Las autoridades no facilitan las cosas para las personas que quieren emprender, pone trabas y exigen demasiados requisitos”, dijo Antonio Bajaña, ciudadano de Bahía de Caráquez.

El hospital Miguel Hilario Alcívar funciona “provisionalmente” en el campamento del Cuerpo de Ingenieros del Ejército, mientras sus nuevas instalaciones son levantadas sin áreas UCI, neonatología y tomografía. La obra, además, está envuelta en los casos vinculados a la red de corrupción del exasambleísta Daniel Mendoza.

Otro malestar que tienen los ciudadanos es el desabastecimiento del líquido vital. Para cocinar y beber se debe destinar cerca de treinta dólares mensuales, para comprar bidones de agua purificada o un sistema de purificación. Las necesidades se han vuelto rutina y esa rutina, desobligo. La anomia estatal fue más potente que el terremoto.

¿Qué pasó con el dinero recolectado por la Ley Solidaria y de Corresponsabilidad Ciudadana que se estableció luego del terremoto?, se preguntan otros. Otras ciudades igualmente afectadas por ese movimiento telúrico, como Manta, Pedernales o Portoviejo, se han recuperado más rápido y mejor.

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Tarde en la noche. Bahía es ahora la luminosa compañía de un mar oscuro, mientras más se lo mira se vuelve todavía más oscuro. Demasiado.