Roger Gutiérrez, redactor
Quito, 19 abr (La Calle).- Arawi Ruiz es un historiador quechua del Ecuador. Ha dictado cursos y talleres sobre la historia de la nación quechua. Además, es profesor y traductor de lengua quechua.
El historiador y docente indígena atendió una entrevista con Radio La Calle para analizar los presupuestos sobre la conmemoración del Día del Indio Americano, la lengua quechua como mecanismo de identidad y el panorama de las nacionalidades indígenas en el nuevo gobierno del Ecuador.
El 19 de abril se festejó el Día del Indio Americano en conmemoración del primer Congreso Indigenista Interamericano en 1940. ¿Cuál es el presupuesto de este día? ¿Qué se conmemora?
En primer lugar, este día fue propuesto por el Congreso Indigenista, a mediados del siglo XX. El problema de este supuesto festejo se genera desde una perspectiva patriarcal, inclusive desde las autoridades que lo propusieron, que se autodenominaban “indigenistas”. El indigenismo es una corriente de intelectuales mayormente autoidentificados como blanco-mestizos y que buscan promover políticas estatales a favor del indígena.
El problema esencial de esta conmemoración es que las nacionalidades indígenas somos vistas desde una perspectiva paternalista, debido a la herencia colonial de la iglesia, para quien el indio tenía que ser protegido por el cura y ahora el mismo, tiene que ser protegido por los políticos.
Entonces, ¿qué está detrás de esta conmemoración del Día del Indio Americano?
Lo que está detrás de esta consideración para festejar y proteger a los indígenas, es que hay un presupuesto de que somos inferiores. Otra premisa absurda, es la de definirnos como razas diferentes cuando la ciencia ya ha comprobado que la única raza es la humana.
Mi crítica a esta conmemoración y en general a las instituciones a favor del “indio americano”, es que solo se busca fortalecer los postulados de la colonialidad, donde se defiende la escisión de razas y que, dentro de ellas, la del indígena es la más inferior.
¿Diríamos que el Instituto Indigenista Interamericano (INAI) contempla esta idea de dividir en razas y segregarlas en niveles socioculturales?
Exacto. Intentan reforzar el estigma de que la humanidad se divide en razas para negar la posibilidad de que el blanco-mestizo retome su herencia ancestral. Inclusive cuando los políticos en sus discursos dicen “nuestros hermanos indígenas”, están aclarando de que hay «otro» pero que nunca podré ser ese «otro».
Entonces, mi crítica es que la premisa del «blanco-mestizo» es blanquearse aún más para poder ayudar a su “pobre hermano el indio”. Cuando lo que se necesita en realidad, es darle un giro ontológico para concebir que la humanidad es un sólo ente vital junto a la naturaleza.
¿Cómo precisar la lucha de todos pueblos originarios por unificar la teoría de que existe una sola raza?
Uno de los caminos para hacer este giro epistemológico y dejar de pensar de que los indios son inferiores, de que la humanidad se divide en razas, es la lengua. Porque la lengua es una estructura de conocimiento que puede ser compartida. Cuando una lengua, como el quechua, es hablada por un blanco-mestizo estamos rompiendo la estructura mental debido a que esta lengua solo la hablan los indios.
Por lo tanto, se necesita visibilizar la existencia de las lenguas definidas por el Estado como indígenas. Las lenguas de los pueblos originarios buscan manifestarse como una más, sin dificultades ni teorías de que solo los indígenas la hablen. El estado ha ‘racializado‘ el hecho de que los no indios puedan acceder al aprendizaje de un nuevo idioma.
Las nacionalidades indígenas hemos encontrado pequeños espacios para sobrevivir dentro de un sistema colonial en el que vivimos hace 500 años. Esto se ha visto exterminado, epistemológica y físicamente hablando, en el caso del ex presidente Rafael Correa con la represión al pueblo quichua Saraguro, y del actual mandatario, Lenín Moreno, durante la represión de octubre del 2019.
En esta situación colonial necesitamos vías que dentro de un discurso colonial nos permita la sobrevivencia. Uno de esos caminos en cuanto al indigenismo son las políticas de discriminación positivas que implican diferenciarse, de tal manera que se pueda buscar formas de reproducción de la existencia.
Dentro del contexto político coyuntural y la transición a un gobierno de derecha, conservador, ¿Cómo se ve el panorama para las poblaciones indígenas?
El Estado colonial tiene dos caras: la del conservador y la del liberal. Ambos sostienen el Estado colonial y lo que buscan es exterminar a las nacionalidades indígenas. Ninguna de las ideologías políticas muestra una garantía de la existencia de los pueblos originarios.
Por tal razón, las nacionalidades han empleado siempre la resistencia. Lo fundamental es no ser serviles, ni a los gobiernos de izquierda ni a los de derecha. Lo único que buscamos es vivir en armonía con la humanidad y la naturaleza. Inclusive, así sea un presidente que se autoidentifique como indígena, no es una garantía.
¿Cómo las lenguas originarias se vuelven una herramienta de lucha para que los pueblos indígenas no se vean como inferiores en el Ecuador?
El lenguaje es un mecanismo para hacerle frente a la ‘racialización’ colonial. Por suerte en Latinoamérica existen muchas lenguas como el Aymara, Quechua, y demás lenguas que buscan fortalecer su transmisión. Siempre dicen que hay que aprender inglés por el trabajo y por modernizarnos, y esto apunta a una forma de construcción de sociedad. Algo que hemos visto que no es la forma correcta de vivir.
Las lenguas indígenas han luchado por más de 500 años y buscan demostrar a la humanidad que hay otras formas de vida, y, sobre todo, que no necesitan diferenciarse del resto para convivir.
Iniciativas de rehabilitación del Quechua
Arawi también es director de la Academia Quechua de Humanidades, Runayachay, una iniciativa para rescatar las lenguas ancestrales. La institución tiene como objetivo promover el conocimiento en humanidades y la transmisión de la lengua quechua.
La educación es virtual para estudiantes hispanohablantes alrededor del mundo. La interacción es personalizada con un máximo de ocho estudiantes por grupo. El curso está abierto permanentemente, por lo cual, quienes deseen inscribirse pueden hacerlo a cualquier momento.