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A un año del caso Martha

Quito, 18 ene (La Calle). – El 19 de enero de 2019, llegó a nuestro conocimiento el caso de Martha. Una mujer que sufrió una violación grupal en el norte de Quito. La brutalidad con la que los “amigos” de Martha le hicieron daño, indignó a todo el país. En agosto del 2019 condenaron a 29 años de cárcel a Juan Andrés M. A., Danny Paúl y Jhon Alexander P. C.

La pena máxima para los acusados era lo mínimo que podía hacer el Estado. La violencia contra las mujeres en Ecuador es un tema que se grita a viva voz. La contestación del gobierno, en cambio, es un silencio cruel y desalmado.

Las declaraciones, cuando existen, superan al silencio. En diciembre del año pasado, la ministra de gobierno, María Paula Romo, en su comparecencia en la Asamblea Nacional por un juicio político en su contra, dijo que se atienden 100.000 casos de violencia de género y que no pueden juzgarle por uno que salió mal.

El caso que salió mal fue el de Diana Carolina, quién murió a manos de su pareja, en frente de la Policía. ¿Cómo podemos no juzgar la inefectividad de la Policía? ¿Cuántas Diana Carolina tendrá nuestro país? El caso que salió mal costó una vida humana que pudo ser salvada.

A pesar de todo esto, las mujeres, los colectivos y ciudadanía en general marchan. El 25 de noviembre, día de la violencia contra la mujer, las voces se alzaron, las velas se prendieron y los pies avanzaron para pedirle al gobierno, políticas para frenar las vejaciones, el acoso, las violaciones, la muerte. Para recordar a las que ya no están, pero también a las que siguen aquí.

La respuesta del gobierno estuvo en la proforma presupuestaria para 2020. El presupuesto para la violencia contra la mujer bajó en un 84%. El monto para prevención del embarazo en adolescentes quedó en cero.

Queremos vivir en un mejor país. Un país en el que podamos caminar seguras, en el que nuestros derechos puedan ser garantizados. Un país en donde no maten más mujeres, uno donde el gobierno no lo permitan. A un año del caso Martha, el Estado le queda debiendo a las mujeres. Una deuda que no sabemos si podrá saldar.