Quito, 24 may (La Calle).- ¿Cuál Lenín Moreno? ¿El jocoso? ¿O aquel que se mueve entre sombras, urdiendo tramas de poder? La pregunta la eleva Patricia de la Torre, socióloga y analista política, quien fuera vocera de Lenín Moreno en 2017 en plena segunda vuelta electoral. “Detrás de una persona, aparentemente ocurrida, vivaz, existe alguien perverso que no aparece, que no se muestra”.
Esa personalidad debió reforzarse por la discapacidad, dice Patricia De La Torre. En un perfil de 2017 elaborado por Revista Vistazo, Moreno, postor presidencial declara: “Estar en una silla de ruedas no solamente es un cambio de posición física, fundamentalmente es un cambio de perspectiva; cuando alguien está erguido privilegia mirar de frente y hacia arriba; en una silla de ruedas –y lo digo también en sentido figurado– se ve hacia abajo”.
Tres años en el poder y se podría afirmar que pasó de estar en una silla de ruedas a ponerse de rodillas frente a organismos internacionales y grupos financieros nacionales. “Nunca superó realmente su trauma tras el disparo de 1998. Para sobrellevar su dramática situación física recurre a la mentira sistemática: evidenciar su estado para sí mismo sería devastador”, asegura De La Torre.
En la gramática del poder morenista, jamás debe revelarse esa debilidad, de allí que aviones y autos oficiales crearan un protocolo para ocultar la forma en que ingresa y sale de los vehículos. La primera y (última) que se visibilizó aquel procedimiento fue durante la posesión ancestral organizada por los movimientos indígenas el 25 de mayo de 2017 en Cochasquí, provincia de Pichincha. De allí en adelante, la seguridad coloca una carpa oscura del lado donde viaja el Mandatario, para impedir que se tomen fotos.
Jennie Carrasco, sicóloga humanista y poeta, considera que “Moreno está de rodillas frente a los grandes empresarios y banqueros. Se nota que está limitado para enfrentar con fuerza y firmeza a lo que nos espera: repta en la piernas de los poderosos”. Desde esa perspectiva, surge la figura de su esposa, Rocío González, la única capaz de acercarse a los dos lados de la luna. “Lenin hace todo lo que ella le pide”, dice Patricia de la Torre. Como repetía, a menudo, en su faceta de motivador: él es vicepresidente hasta en su casa.
Otros nombres fuera de su círculo personal como Gustavo Larrea, el primero que le propuso la candidatura presidencial, Andrés Michelena, María Fernanda Espinosa, Eduardo Mangas, Julio Bueno, entre otros, se acercaron, también, a la naturaleza dual de Moreno y desde esa posición privilegiada urdieron un proyecto presidencial. Mientras Lenín, compañero de fórmula, embajador y conferencista, declaraba su fidelidad a Correa como al proyecto de la Revolución Ciudadana, en realidad, preparaba a la sombra su plataforma política. De ahí, las fricciones con Jorge Glas, al punto que el binomio casi no alcanza a inscribirse en el Consejo Nacional Electoral.
Durante una entrevista para Radio de La Calle, del pasado 21 de abril de 2020, el ex vicecanciller Xavier Lasso, reveló que alguna vez le preguntó a Ricardo Patiño, ¿por qué no pudieron prever a tiempo las acciones de Moreno en el poder? Según Lasso, Patiño respondió: “Moreno apenas tomaba la palabra, se iba a la mitad de las reuniones y lo entendíamos, se cansaba mucho por su situación de salud”. Sin embargo, al interior del del buró político del Gobierno anterior, conocían de sobra sus conexiones con la rancia derecha industrial de la Sierra, los aires de grandeza que exhalaba, reconocían su paladar fino, sus gustos taurinos, las cuestionables facturaciones de la empresa Eventa y el jugoso salario que recibía en Suiza.
Ahora, el hombre que aparece en cadenas nacionales dos veces a la semana rodeado de pantallas y tecnología 5G cumple tres años en el poder, mientras, “su círculo fuerte y poderoso de amigos, colegas y parientes, continúa con sus negocios”, concluye Patricia de la Torre.
*Tango de Filiberto Peñaloza tomado por Osvaldo Soriano para su novela homónima.