Santiago Aguilar Morán/ @literatango
“Vivimos un tiempo de indigencia, de vacío, tiempo en el cual los viejos dioses ya se han ido y los nuevos todavía no han llegado”, escribió el poeta alemán Frederic Holderlin y la realidad del Ecuador de estos días se le parece demasiado: enfermo de muerte y abandono, de soledad y voces que claman una ayuda que no llega ni llegará.
La orfandad de los ciudadanos respecto del Estado se ve desgarradoramente retratada en los asesinatos de las cárceles; pero también en la salud, en los servicios más primarios, en ese estado de bienestar que un día tuvimos y que ahora está destruido. Quedan ruinas porque ahí donde antes operaba, el Estado ha decidido desertar.
La falta de humanidad, de piedad, del más elemental sentido de solidaridad, respecto de los asesinatos en la Penitenciaria del Litoral tiene unos responsables directos, que bebían cócteles al tiempo que las balas desgarraban cuerpos y paredes, cegaban vidas de hombres -en muchos casos inocentes, pues la justicia no sentenció lo contrario- , dejaban en la viudez y orfandad a cientos de ciudadanos. Esos responsables tienen al menos dos destinos: renunciar o ser destituidos por los caminos que la ciudadanía organizada halle para hacer que se vayan.
Presidente Guillermo Lasso, usted debe renunciar. ¿Qué haría si un empleado de su Banco, uno que haya contratado para mantener el orden de sus oficinas, falla? ¿Cómo se sentiría si en lugar de cumplir, el ciudadano se va de vacaciones usando fondos del Banco, deja sus oficinas sucias y desordenadas? ¿Qué haría si, además de incompetente, lo descubre en flagrante mentira?
Yo le diré qué haría: usted lo despediría.
Pues bien, le recuerdo que usted es el primer empleado público de este país, y que sus jefes lo hemos descubierto en flagrantes mentiras. Lo hemos visto beber y brindar mientras a cerca de 70 hermanos nuestros los mataban. Presidente, usted debe irse, porque no solo ha demostrado nula empatía con los problemas del país, sino que contrató a gente incapaz, inútil y tan desapegada como usted de la realidad del Ecuador.
Ya cumplió su capricho, presidente Lasso. Ya su retrato estará junto a Tamayo -el asesino de obreros de 1922-, al loco, al cachetón, al bailarín, y hasta a lado de sus amigos Mahuad y Moreno, de quienes tan bien aprendió el arte de arruinar al país.
Renuncie, presidente Lasso, este Ecuador no merece su indolencia, su quemeimportismo, sus denuncias falsas, su inoperancia… vaya, vuelva a sus empresas. Sabemos que lo están esperando en remotos paraísos, mientras acá buscamos la forma de salir de este infierno.
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