¿Qué hay detrás del pacto PSC – CREO? (Opinión)

Ramiro Aguilar T
Ramiro Aguilar

Ramiro Aguilar Torres

PSC-CREO. La derecha se unió y el progresismo no. La derecha es pragmática, le unen sus intereses. El progresismo tiene muchos matrices que se vuelven abismos en el momento de pactar alianzas. Los socialcristianos y CREO, el movimiento de Guillermo Lasso, acaban de llegar a un acuerdo previo a las elecciones presidenciales del 2021. Con esta alianza Lasso sube del 8% en el que se encontraba anclado al 16 % que le vuelve competitivo para entrar a segunda vuelta. En el camino, a Jaime Nebot no le importó volver descartable la candidatura de Cristina Reyes.

El comportamiento de los socialcristianos les conduce necesariamente a volverse un partido político de segunda división. La cuestión es: ¿Por qué?

Hay dos lecturas posibles. La primera es la más superficial y evidente: Jaime Nebot es un político frustrado. En vista de que él no pudo llegar a la presidencia de la República, boicotea todo esfuerzo de su partido para generar nuevos liderazgos y lo resigna a ser segundón.

Les invito a plantearse una segunda hipótesis.

Los sectores políticos, económicos y sociales que representa Jaime Nebot, tienen en mente un proyecto de nación distinto. La historia es vieja como la República. La identidad guayaquileña es muy fuerte; y la posibilidad de un Guayaquil independiente que se selló con aquella frase de Bolívar: una ciudad y un puerto no pueden ser un país, todavía vive.  

El Ecuador, a diez años del bicentenario de su creación, no logra fundir su identidad. Hemos avanzado mucho al reconocernos constitucionalmente como un país diverso, plurinacional y multiétnico. La multinacionalidad hace relación a los pueblos y nacionalidades indígenas; mas dudo mucho que en la mente del Constituyente haya estado el propio mestizaje como parte de la diversidad nacional.

No estoy hablando de independentismo. Estoy hablando de un proceso autonómico muy agresivo. Fiel, por cierto, a una vocación contra el centralismo colonial y republicano. Las elites guayaquileñas no cometerán el error de Cataluña de pretender independizarse y fracasar. La sabia paciencia de los trópicos hará la diferencia. Nebot lo intuye.

Puede ser que en este escenario el PSC ceda a CREO lo que no le importa mucho (el escenario nacional) para conservar su protagonismo en Guayaquil, ofreciendo sotto voce a las nuevas generaciones de guayasenses la posibilidad de ir a un estatuto autonómico que plasme, en el siglo XXI, el ideal de Olmedo del siglo XIX.

Las soluciones a los grandes enigmas de la política suelen ser las más simples. Puede ser que los socialcristianos vean el escenario del 2021 como muy parecido al de 1999. Vean en Guillermo Lasso un nuevo Jamil Mahuad dispuesto a la inmolación por el solo gusto de que le digan señor Presidente. Es posible que perciban un eventual gobierno de Lasso como absolutamente calamitoso y transitorio donde tener un buen número de asambleístas sea la mejor apuesta posible.

Quizá solo están chiros y no quieren poner un cobre en la campaña electoral y don Guillermo Lasso, ya saben ustedes, anda con harta liquidez dada su condición de banquero.

Le busco la quinta pata al gato porque me niego a pensar en el simple cinismo. En una mera voluntad acumulativa y desalmada que quiera prolongar por cuatro años más la corrupción y la pobreza que trajo al Ecuador el gobierno de Lenin Moreno y su compadre don Guillermo Lasso. Un presidente neoliberal con la moralina del Opus, es lo peor que le podría pasar al Ecuador después de los terroríficos años de Moreno.

La gente de izquierda dirá: ¿Para qué tanta especulación si Lasso no va a ganar? ¿Qué nos importa lo que haga la derecha? Esa es la peor reflexión posible. En un enfrentamiento ideológico crucial como el de febrero del 2021, hay dos errores que no se deben cometer: carecer de aliados y no estudiar al adversario.

En todo caso, y para terminar, creo en la autonomía y en la democracia; lo que no me gusta es el cinismo en política.

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