Por: María Isabel Burbano / @rizossalvajes
"Desgraciado del pueblo donde los jóvenes son humildes con el tirano, donde los estudiantes no hacen temblar al mundo". Juan Montalvo
Arranco estas líneas con la frase del magistral escritor ambateño Juan Montalvo que ciertamente nunca fue humilde con el tirano. Y en su época, la tiranía reinaba en el país. Ignacio de Veintimilla, Gabriel García Moreno. Con su pluma sabia, Montalvo sostenía sus ideas y mostraba lo que muchos de los ciudadanos ecuatorianos del siglo XIX se negaban a ver.
Ahora ya no nos gobiernan tiranos ¿qué tan cierto es esto? ¿No es tiranía poner una venda sobre los ojos de los ciudadanos y solo mostrares una realidad? ¿Llevarlos a que protesten y pidan a gritos que les suban el IVA al 15% temporalmente y al 13% permanentemente? ¿No es propio de un tirano utilizar las herramientas a su mano para argumentar que es el único camino para financiar la guerra del Estado contra las organizaciones narcoterroristas? ¿Nos es indigno de un mandatario mirar por los suyos y no por la mayoría?
Y sí, digo los suyos, porque a Daniel Noboa no le interesa que se cobren las deudas que las grandes empresas ecuatorianas mantienen con el Servicio de Rentas Internas (SRI). En esa lista reluce en el primer lugar, la empresa de su padre, el Grupo Noboa, que adeuda más de USD 89 millones al fisco. Sin ruborizarse siquiera, el presidente nos dice que el único camino es que suban los impuestos cuando están – literalmente – sentados en el dinero que nos hace falta.
Así como Lasso – un banquero – defendía los beneficios de la banca privada, Noboa – un empresario – defiende los intereses de las empresas. Sí, quieren cobrar impuestos a las utilidades bancarias, pero sabemos que no es suficiente y aumentar los impuestos no es la única salida.
La inseguridad es un problema que causa estragos en todos los espacios del país, pero no pueden ser – nuevamente – los brazos de la clase media, media baja – los que sostengan la crisis, mientras que los grandes empresarios y la clase alta ni siquiera sienten estos cambios.
Llegamos a ver a los sectores populares pidiendo una subida de impuestos ¿estamos en una dimensión desconocida? El control social llega siempre a límites casi insospechados. Como bien indica George Orwell en su 1984, «no querían que la riqueza fuese repartida; si la riqueza llegara a generalizarse, no serviría para poder distinguir a nadie». La igualdad y la justicia social siempre seguirá siendo una utopía.