¿Y la prudencia, señor presidente?

Por: María Isabel Burbano

Winston Churchill dijo una vez: Construir puede ser la tarea lenta y laboriosa de años. Destruir puede ser el acto irreflexivo de un solo día. El hombre que dirigió los destinos de los británicos en la Segunda Guerra Mundial y pronosticó la «cortina de hierro» que dividió a Europa en los años de posguerra cometió muchos errores a lo largo de su carrera política, eso le permitió valorar los grandes aciertos que se le presentaron.

Si ponemos la frase en el contexto nacional, vemos que el trabajo de construcción que Daniel Noboa tuvo para llegar al sillón de Carondelet solo tuvo lugar cuando no tenía poder, cuando era un candidato que no creía que iba a llegar a ponerse la banda presidencial. Todo cambió cuando, en un plot twist como de película, el 52% de los ecuatorianos decidieron que debía ser presidente.

Entonces lo que construyó en cuatro meses de campaña lo derrumbó no solo en uno sino varios actos irreflexivos: la acusación a su exministra de Energía, la invasión ilegal en la embajada mexicana en Quito, el acuerdo con el FMI (el posterior aumento de IVA y la eliminación de los subsidios), las vergonzosas declaraciones en una entrevista con el New Yorker, la salida del aire de los Irreverentes, la presunta farra en España, el caso Olón, dejar sin seguridad a su hija y la revocatoria de la visa a Alondra Santiago.

Si desglosamos uno por uno estos actos irreflexivos nos faltarían cuartillas para ponerle final a este texto, pero sí es importante pensar en las acciones sistemáticamente erróneas que ha cometido el presidente. Una crisis energética que no da tregua, desastres naturales que se llevan vidas, desabastecimiento de medicinas se suman a este banquete de fallas que pasan a plena vista de los ecuatorianos.

Nos queda claro que la necesidad de llevar procesos reflexivos a la hora de ejercer el voto es apremiante, pero no podemos culpar de todo lo que sucede en el país a los electores. No. Si bien los ecuatorianos que le dieron el voto cayeron en la fiebre del marketing político y las figuras de cartón, el equipo de campaña de Noboa sabía a lo que iba. Veni, vidi, vici, decía Julio César. Aquí se cumplió.

Sin embargo, no fue suficiente, lo que construyeron en campaña los asesores, se encargaron de derribar el presidente, sus ministros y acólitos. Por eso me pregunto ¿ y la prudencia, señor presidente? ¿donde está su capacidad de pensar antes de actuar? ¿Qué es eso de poner el himno en cadena nacional como indirecta frente a las críticas sobre el ataque a la libertad de expresión que supone no poder aceptar sus propios vacíos? Lo más sencillo para usted, según lo que vemos, es silenciar a las voces que dicen lo que no le gusta oír.

Decía Nicolás Maquiavelo, «el príncipe debe hacerse temer de manera que si le es imposible ganarse el amor del pueblo consiga evitar el odio, porque puede combinarse perfectamente el ser temido y el no ser odiado». Cuando usted, mandatario nos dijo que «era el peor enemigo para tener», debimos tomarlo en serio. (MIB)

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