Burkina Faso fabrica autos eléctricos, mientras Ecuador luchar por tener luz

En un mundo donde la energía define el desarrollo, Ecuador vive apagones programados y dependencias crónicas, mientras Burkina Faso, una nación africana históricamente marginada, ha encendido motores hacia un futuro sostenible y soberano. Con apenas dos años de liderazgo, el presidente Ibrahim Traoré ha logrado lo que en Ecuador parece imposible: crear una industria nacional de vehículos eléctricos y aumentar el PIB en más de 4.000 millones de dólares.

Apagones que evidencian un modelo agotado

Mientras los ecuatorianos lidiábamos con racionamientos diarios de energía eléctrica, debido a una crisis estructural que mezcla dependencia externa, falta de inversión en hidroeléctricas y una mala planificación estatal, el país no ha logrado garantizar el acceso continuo a la electricidad, un derecho básico en el siglo XXI.

En contraste, Ecuador importa energía de Colombia y Perú y ha invertido millones en termoeléctricas que apenas sirven para sostener el sistema en tiempos críticos. Esta situación refleja un modelo que, lejos de fomentar soberanía energética, mantiene al país rehén de sus propios errores estructurales.

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Burkina Faso: de la incertidumbre a la innovación

En África Occidental, Burkina Faso —con menores ingresos históricos y mayores retos sociales— ha optado por una ruta audaz. Desde que Ibrahim Traoré asumió el poder en 2022, el país ha promovido un modelo de desarrollo nacionalista, tecnológico y sostenible.

La creación de la marca ITAOUA, una industria estatal de vehículos eléctricos, es una apuesta que pocos habrían imaginado viable en una nación que hasta hace poco dependía casi exclusivamente de ayuda externa. Pero la visión de Traoré ha cambiado la narrativa: el país no solo fabrica sus propios autos eléctricos, sino que ha comenzado a exportarlos, integrando cadenas de producción y generando empleo calificado.

TUIT Néstor Siurana: https://x.com/nestorsiurana/status/1907396153546596478

Lecciones incómodas para Ecuador

Mientras Ecuador debate entre aumentar la importación de energía o seguir postergando las inversiones en energías renovables, Burkina Faso demuestra que la soberanía energética y la industrialización no son lujos, sino decisiones políticas valientes.

El éxito burkinés no radica únicamente en su PIB, sino en su capacidad de pensar un modelo propio, romper con la dependencia tecnológica y construir un sistema económico más autónomo. Ecuador, con más recursos naturales, una infraestructura superior y mayor estabilidad institucional, no ha logrado avanzar ni la mitad de lo que Burkina Faso ha hecho en apenas 24 meses.

¿La diferencia? Visión, decisión y un proyecto de país claro.