A finales de 2017, el gobierno actual anunciaba un diálogo amplio cuyo objetivo era establecer ese contrato social tan necesario, según decían, para encaminar al Ecuador por las sendas del consenso y la gobernabilidad. Lejos de aquella realidad, el poder gubernamental reconstruyó esa hegemonía tan anhelada por los grupos económicos y sus aliados. Así, los grupos subalternos con representación popular quedaron sin efecto en el espectro político. Ahora, simplemente somos testigos de los efectos del retorno de las élites al poder.
Varios actores, entre políticos, periodistas, empresarios y banqueros, fueron invitados por el presidente Moreno durante su primer año de gestión. Bajo la premisa de “libertad de expresión” y “la mesa no estaba servida”, el régimen instauró en espacio de «diálogo» con los líderes de opinión, de varios sectores económicos, para así alcanzar estabilidad política. La estrategia resultó favorable pues le permitió a Moreno desarticular la visión estadista que heredó de Rafael Correa.
Como bien anuncia la doctrina, la hegemonía es un ejercicio que vincula el poder con los medios de comunicación, las buenas armas, la justicia, las buenas leyes y la academia, mediante mecanismos “democráticos”. En efecto señalo la última palabra debido a que la democracia representativa fue lo más ausente en esta nueva conformación del Estado, quienes dibujaron el futuro de la política pública ecuatoriana fueron los convocados al “diálogo”.
Las bancadas legislativas (Alianza País, Creo, BADI, entre otras) se convirtieron, nada más, en la expresión de los grupos económicos enquistados tras los bastidores de la silla en Carondelet.
La mente frágil que caracteriza a las sociedades líquidas permitió que el espectro mediático inocule en la opinión pública el discurso de prosperidad anclada al FMI y el anticorreismo. Pero, cuando los repartos concluyeron y los pactos se consumaron, los aliados desaparecían. A menos de tres meses del fin de este gobierno, los ministros se fugan pues nadie quiere asumir carteras de Estado plagadas de irregularidades.
Los favores de este gobierno con su círculo hegemónico concluyen con un escandalo más: las vacunas GOLD. A pesar de que es el más coyuntural, no ha sido el único pues en el 2018 por concepto de remisión tributaria se condonó USD 987 millones a los 203 grupos económicos de aquel entonces; mediante el sistema de bandas se incrementó el precio de los combustibles; retorno al subempleo con la Ley Humanitaria; reducción de la masa salarial del Estado, entre otras. Así como todas estas reformas vislumbran el horizonte de la política pública, las vacuna GOLD configuran un elemento más de la supremacía del capital en las esferas de poder.