Quito, 15 dic (La Calle).- “Usted se calla”.
Esas fueron las palabras del gobernador de El Oro, Francisco Vera, a un ciudadano tras arribar al sitio del derrumbe por un socavón en Zaruma.
En actitud prepotente y ante el reclamo del hombre, Vera dice “Se calla. Usted no tiene que saber. Usted se calla”. El ciudadano responde que “ya es demasiado tarde”, en referencia a las dos viviendas destruidas. El gobernador responde “¿O sea que debo estar antes de que pasen las cosas?”.
Un problema recurrente
El gobernador podía estar para ayudar al cantón antes del desastre. Los hundimientos de casa y edificios no son de hoy.
En 2016, la escuela de La Inmaculada Fe y Alegría empezó a hundirse. Un edificio centenario que sufrió el embate del agujereado suelo del cantón.
De acuerdo con un reportaje de la BBC en 2017, 260 estudiantes y los profesores tuvieron que trasladarse a otro lugar. La institución no tuvo pérdidas de vidas humanas.
En ese año, Lenín Moreno decretó estado de excepción, pero el problema está bajo tierra. El nulo control de la minería ilegal de oro pone en peligro a la ciudad que se convierte, de acuerdo con el reportaje, en un queso gruyere, lleno de agujeros.