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Millones de ecuatorianos enfrentamos uno de los peores momentos políticos de nuestra historia, las mismas caras y pocas opciones para la próxima contienda electoral.
Hoy luchamos a diario contra un virus que ha matado a miles de personas en todo el mundo, contra el desempleo, la pobreza y lo más grave, la corrupción.
Servidores públicos impagos, medicinas limitadas, hospitales con camas críticas saturadas; y, sin embargo, se destinarán alrededor de 43 millones de dólares para campaña política y 71 millones de presupuesto electoral.
Son 114 millones destinados en época de crisis a un proceso que no garantiza transparencia ni coherencia con 18 precandidatos en fila. ¿No les da vergüenza? Vemos a los mismos personajes políticos que, de alguna forma, incidieron en la desgracia de este país. Y, de paso, a aquellos que están siendo investigados por su participación en hechos de corrupción.
Me pregunto si al menos conocen la realidad de su gente, de su pueblo, de aquellos que viven del día a día, de los emprendedores que vieron morir sus negocios a causa de la pandemia, de los que perdieron su empleo por la misma razón.
Sería creíble el compromiso de estos políticos con los ecuatorianos cuando sus candidaturas sean autofinanciadas y no con fondos del estado; pero eso es imposible en un país lleno de oportunistas, con excepciones, claro.
Este Ecuador rodeado de riquezas, de flora, de fauna, de manjares, de paisajes, de gente aguerrida y luchadora merece algo mejor, no un circo montado de demagogia e intereses personales. Mantengo la esperanza de un futuro diferente para esta tierra maravillosa, todo dependerá del voto responsable en las urnas.