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Una guerra perpetua | Opinión

Por: María Isabel Burbano / @rizossalvajes

“Israel, estamos en guerra”, fueron las palabras del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu. Más de 400 muertos ya se cuentan desde el ataque sorpresivo del grupo islamista radical Hamás contra territorio israelí. La repuesta no se hizo esperar por parte de aquel país. 250 israelíes y 230 palestinos es el saldo que, por el momento, ha dejado este ataque. Por el lado de Israel hay 1.100 heridos, mientras que el Ministerio de Salud palestino informó de 1.610 heridos.

El conflicto palestino – israelí es complejo, largo y sangriento para ambas partes. No se trata solamente de la disputa por un territorio que los palestinos ha considerado que les fue arrebatado, al que además los israelíes defienden con ahínco y el respaldo de la mayoría de la comunidad internacional. También es una lucha política y religiosa. En un estado, donde el 80% de habitantes son judíos y el 15% practican el islam, las hostilidades han sido largas desde que Israel se fundara en 1948.

Es un tema al que hay que tomar con pinzas, por las diferentes aristas en juego, pero mi objetivo aquí es poner ciertos momentos históricos sobre la mesa para que el lector pueda entender cuál es el conflicto y cuáles serían posibles soluciones. Esta tensión nos afecta a todos, ya que las guerras solamente muestras que la humanidad no ha aprendido a convivir con sus semejantes y que los espacios de poder y colonización todavía están latentes en el siglo XXI.

Los judíos hasta el siglo XX

Hay que remontarse a finales de la I Guerra Mundial cuando Reino Unido había prometido a los árabes y judíos entregarles los territorios en la actual Palestina que pertenecían al Imperio Otomano desde el s. XVI. Una vez concluida la guerra se hizo público que Francia y Gran Bretaña se repartieron los territorios otomanos entre sí. Esto fue el origen de la disputa de los judíos y árabes por el territorio actual de Palestina e Israel.

La ocupación de los árabes en el siglo VII terminó por cambiar radicalmente los territorios palestino que dejaron de hablar griego y así fueran judíos, musulmanes o cristianos, utilizaban el árabe como lengua oficial. Los musulmanes, tras las cruzadas, cobraban impuestos a otras religiones que habitaban en esos territorios. Durante esa diáspora (muchos judíos habían abandonado su territorio tras la conquista romana) y llegando a países europeos, los judíos se volvieron errantes ya que eran expulsados de Europa del Norte y central. Hasta mediados del siglo XX se asentaron en Países Bajos, Polonia y el Imperio Otomano.

En siglo XIX, a finales, aparece el sionismo, el movimiento que buscaba la construcción de un Estado judío propio. Moses Montefiore, un judío británico viajó a Tierra Santa para saber cómo vivían los judíos que permanecieron allí. El caso Dreyfus, un militar acusado erróneamente de espionaje, cuya condena se basó en el hecho de ser judío, fue el detonante de este movimiento.

El establecimiento de Israel

Colonos judíos se establecieron en Palestina comprando tierra a musulmanes, en su mayoría, pero también a cristianos. En los inicios del siglo XX y el estallido de la I Guerra Mundial empezó el auge nacionalista que llegó a los países árabes unidos por la lengua y la religión. La llegada de los colonos se veía con preocupación por los árabes, por la desestabilización al nacionalismo que pregonaban.

Desde 1917 hasta 1948, con la repartición británico francesa de las tierras otomanas, Palestina quedó en manos de Reino Unido. Lo conformaban un 80% de árabes, 15% de judíos y muchos migrantes. Entre 1936 y 1939, los judíos emigraron a Palestina por la persecución nazi, lo que dio paso a la Gran Revuelta árabe para expulsar a judíos y británicos de territorio palestino. Se crearon grupos de autodefensa radical como Stern o Irgun que arremetieron con actos terroristas contra los palestinos.

La Segunda Guerra Mundial opacó el germen del conflicto palestino – israelí. En 1945, el sionismo aceleró sus movimientos para formar un Estado propio tras el genocidio nazi en Europa, al tiempo en que los estados árabes se empezaban a formar.

La Organización de Naciones Unidas – creada en 1945 – decidió crear una comisión para solucionar la diáspora judía. Se llegó a la creación de dos estados: uno para los judíos y otro para los árabes. Jerusalén quedaría bajo la jurisdicción de la ONU. El 14 de mayo de 1948, Israel declaró su independencia.

Desarrollo del conflicto

Sin embargo, Israel no se quedaría de brazos cruzados. Tampoco los árabes. Limitaba con Egipto, Arabia Saudita, Iraq, Líbano, Siria y Jordania. Israel empezó una guerra contra palestinos y sus demás vecinos y amplió su territorio, llevándose incluso Jerusalén a su paso.

De manera que el acuerdo de la ONU nunca se cumplió porque Israel, Egipto y Jordania terminaron ocupando territorio de la Palestina independiente. Esto llevó a palestinos a migrar, evento conocido como La Nakba, el desplazamiento de los antiguos habitantes que terminaron en campos de acogida en Gaza, Cisjordania y otros países, donde permanecieron durante décadas.

En 1956, Egipto nacionalizó el canal de Suez, lo que provocó un conflicto en el que participaron Inglaterra, Francia e Israel que tomaron los territorios de la península del Sinaí. Es aquí cuando surge la Organización para la liberación de Palestina (OLP) que, en el fondo, buscaba la eliminación de Israel y que apoyaba a grupos de autodefensa palestinos.

Israel atacó a sus vecinos árabes en La Guerra de los seis días (1967). Tomó de Egipto la Franja de Gaza y el Sinaí, mientras que a Siria le arrebató los Altos del Golán y a Jordania, la Cisjordania. Con una táctica militar impecable, Israel había humillado a sus enemigos, pero el gusto le duraría poco porque recibiría una cucharada de su propia medicina en 1973.

La guerra del Yom Kippur

El ataque de Hamas en 2023 coincide, un dato no menor, con el 50 aniversario de la Guerra del Yom Kippur. Un ataque sorpresivo – aunque la historia rebela que la primera ministra israelí Golda Meir sabía que vendrían- por parte de los ejércitos egipcio y sirio para recuperar los territorios perdidos en 1967. Los israelíes, que desdeñaron la estrategia árabe, tenían mucho más armamento aéreo que terrestre y se encontraban en el momento más sagrado del calendario judío, por lo que todos estaban rezando en las sinagogas y realizaban el ayuno absoluto. No había transporte público ni transmisión de los medios de comunicación

Aunque lograron recuperarse y el conflicto se subsanó un mes después por la vía diplomática – Egipto e Israel restablecieron relaciones – hubo un momento, donde la primera ministra y el jefe de las fuerzas de defensa pensaron que caería el Tercer Templo, una alusión al estado moderno judío.

Más conflictos y la Revolución Islámica

Líbano tuvo una guerra civil en 1975 que fue aprovechada por la OLP para lanzar ataques sobre Israel. En 1982, Israel invade parte del Líbano y expulsa a la OLP en 1985. En 1979, Irán vivió la Revolución Islámica, al mando del Ayatolá Jomeiní y se convirtió en el país que más apoyo económico envió a los grupos palestinos extremistas. Aún hoy en día lo sigue haciendo.

En 1987 se produce una revuelta popular, los palestinos ya no soportaban las condiciones de vida a las que estaban sometidos por los israelíes. Allí empieza la primera intifada (1987 – 1993), una expresión que la RAE define como la insurrección popular palestina protagonizada por los jóvenes frente a las fuerzas israelíes de ocupación.

Allí se creó la organización radical palestina Hamás (1993 – actualidad), la cual lleva el calificativo de terrorista por gran parte de la comunidad internacional.

Acuerdos de Oslo

En 1991 se convocó a una Conferencia por la Paz en Madrid. Ambas partes negociaron la paz a cambio de territorios. Las negociaciones se extenderían hasta 1993, con el expresidente Bill Clinton como mediador en el proceso, en los Acuerdos de Oslo que terminarían con la firma y el apretón de manos entre el dirigente de la OLP, Yasir Arafat y el primer ministro israelí Isaac Rabin en la Casa Blanca con Clinton de testigo. Un suceso del que, en septiembre, se cumplieron 30 años.

Los parámetros de territorio reconocieron al Estado Palestino al que se le otorgaron los territorios de Cisjordania y la franja de Gaza. En el caso de Jerusalén, Israel quedaría con el Muro de las Lamentaciones, mientras que Palestina se llevó el resto del Monte del Templo. El resultado fueron complejas relaciones fronterizas con gran presencia militar de uno u otro estado.

Segunda intifada

Sin embargo, Israel no cumplió con los acuerdos, lo que llevó a Palestina a establecer la segunda intifada en el año 2000. El enfrentamiento y la represión de Israel llevó a la muerte de miles de palestinos, algunos también cometieron atentados suicidas en protesta.

En 2002 , Israel levantó un muro fronterizo en Gaza y Cisjordania, según los límites establecidos en 1948. A eso se sumó el asesinato del líder de Hamás, Ahmed Yassim y la muerte de Yasiar Arafat que terminaron con la segunda intifada. En 2005, Israel se retiró de la Franja de Gaza, quedando en manos de Palestina.

En 2010 con el inicio de la Primavera Árabe y en 2011 con la Guerra en Siria, los países árabes dejaron a Palestina sola en el conflicto con Israel. El presidente de Palestina, Mahmud Abbas; el líder de Hamás que controla Gaza, Ismail Haniya y el primer ministro israelí, Banjamín Netanyahu se mantiene en una relación tensa y conflictiva, que el 6 de octubre del 2023 ha escalado con incertidumbre.

¿Hay soluciones para el conflicto?

La historia nos muestra que el conflicto no es nada fácil de resolver si no se llega a reconocer la soberanía del estado palestino por el estado israelí y lleguen a tomar conciencia de que deben vivir uno al lado del otro bajo los preceptos de paz y colaboración entre estados.

Reconocer al otro no es nada sencillo si lo has nombrado como tu enemigo y hablas de una guerra inminente. Si bien la radicalidad de Hamás, que ha llevado a asesinar a civiles israelíes y secuestrarlos, impide llegar al diálogo, las continuas violaciones de territorio y derechos humanos de Israel contra los habitantes de Palestina, a quienes han arrinconado en un ínfimo espacio territorial, es un claro mensaje de que no optan por la conversación y esperan mantener sus territorios como están.

Mientras tanto, los civiles se ven atrapados en una guerra político – religiosa que está lejos de terminar. Las nuevas generaciones crecen en medio de las balas, los misiles y la desidia de los actores militares y políticos que no toman en cuenta el futuro de sus países y el tormento que las guerras generan dentro de ellos.

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