Quito, 22 may (La Calle).– Los ecuatorianos que lograron cruzar la frontera estadounidense se encuentran trabajando y enviando dinero a sus familiares. ¿Pero, qué pasó con los que llegaron y fueron deportados?
Muchos de los deportados están endeudados y con un futuro aún más incierto que al inicio. Existe la posibilidad de que lo vuelvan a intentar, porque «el país no les brinda los recursos suficientes para continuar y pagar sus deudas», según un migrante.
«Marco», nombre protegido, mencionó para Radio La Calle que él ahora está más endeudado que antes. «Le debo más de USD 30 mil al hermano de mi mujer, porque quise llevarme a ella y mis dos hijas. Solo en los tres usamos esa cantidad, a aparte yo tuve que pedirles a mis hermanas lo que me faltaba para irme», dijo.
El testigo explicó que vendió su auto y su negocio para poder salir. Asimismo, comentó que se endeudaron porque en el camino para llegar a EE.UU. pasaron por robos y una deportación desde Panamá, así que debían pedir dinero constantemente.
Endeudados
Los ecuatorianos consideran que salir del país es una de las mejores estrategias para mejorar su economía. La fe de llegar es más grande que ponerse a pensar en la posibilidad de ser deportados.
Marco aseguró que el dinero que le prestó su cuñado para que su familia pueda irse con él, la vio como una inversión. Agregó, «su hermano me decía que allá le iba a poder pagar en unos tres meses y ahora me insiste en que lo volvamos a intentar«.
El entrevistado pagó USD 7 mil por cada miembro de su familia a un grupo de coyoteros que se encargaría de llevar a su familia desde Ecuador hasta Guatemala en avión y luego hacerlos cruzar. Se suponía que Marco las encontraría en México para cruzar juntos.
Marco en su travesía desde el país salió en buses interprovinciales y caminando por la selva de Darién. No obstante, para ser trasladado de un lugar a otro tenía que pagar constantemente.
De la misma manera, Marco resaltó que pagó a un coyotero en medio del camino, porque en algunos países había el riesgo de ser detenido o secuestrado. «A mi me cobraban dos mil dólares para pasarme por cada país, eso sin contar que yo tenía que responder por carros, buses y otros medios de transporte en los que me llevaban».
«En México me encontré con mi familia, pensábamos pagar más de USD 20 mil para cruzar la última frontera, pero el coyotero insistió en que lo mejor era que nos entregáramos a migración», narró.
La deportación
La familia de Marco se entregó a migración junto a más migrantes de diferentes nacionalidades. Todos con la esperanza de que les realizarían entrevistas de rutinas para ser liberados en suelo norteamericano. Sin embargo, pasaron más de un mes encerrados y sin darles ninguna información.
Finalmente fueron subidos a un avión con destino a Guayaquil, donde tuvieron que llamar para llegar a la casa más cercana de un familiar. Desde el incidente Marco salió de Cuenca hacia Loja y trabaja como albañil, para iniciar con los pagos del banco. (DCJ)