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Un año del aluvión: Las heridas aún siguen abiertas

Quito, 29 ene (La Calle).-  A un año de la tragedia del aluvión en el sector de la Gasca, ubicado en Quito, los moradores del barrio realizaron una ceremonia religiosa en memoria de las personas fallecidas ese día. Son varios los testimonios que describen este trágico suceso.

El 31 de enero del 2022 es una fecha que marca la historia de La Gasca. En la ceremonia, organizada por los vecinos del barrio, siguen latentes los recuerdos de aquella tarde. Dos de los sobrevivientes al aluvión hablaron sobre las secuelas de este hecho en sus vidas.

En primer lugar, intervino Rolando quien mencionó que perdió parte de su pierna y se mantiene con prótesis. Por otro lado, estuvo el testimonio de Christian, quien continúa usando muletas y posiblemente tenga que usar prótesis en un futuro.

Un barrio sin ayuda

La representante de los afectados en el aluvión de La Gasca, Graciela Mora aseguró que a un año de la tragedia no han recibido ayuda por parte del Municipio. “Exigimos salud. Tenemos a cinco compañeros que esperan una operación y todavía nada”, resaltó.

“Nunca nos ayudaron con nada”, dijo Isabel, otra de las vecinas, quien perdió a su esposo y mantiene a sus tres hijos. Además, enfatizó que el alcalde de Quito, Santiago Guarderas, solo vino a ver ”si no se ensuciaba los zapatos” y nunca más regresó.

El aluvión y las víctimas

Según el último reporte del Municipio, en el aluvión fallecieron 28 personas y hubo 52 heridos. Las autoridades estimaron que alrededor de 555 personas fueron afectadas, es decir, cerca de de 160 familias.

En un video se ve escapar a dos personas de ser arrastradas por la fuerza del agua y los escombros. Ese día, el ciudadano José Miguel Intriago, quien fue arrastrado al menos ocho cuadras, contó que corrió con suerte y fue rescatado por sus vecinos.

El hombre dijo que estaba en una cancha de vóley, con otras 50 personas, cuando ocurrió el trágico suceso. El padre de la víctima sostiene que vio pasar a mucha gente acarreada por el lodo, levantando la mano, intentando pedir ayuda. «No me imaginé que uno de ellos era mi hijo», dijo.  (A.G.M)