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Titanes del ego: La disputa entre Musk y Trump por el control del relato político

Quito, 9 jun 2025 (La Calle).- La relación entre Elon Musk y Donald Trump, antes caracterizada por un aparente entendimiento, se ha transformado en un campo de batalla por la influencia en la esfera pública y el liderazgo de la derecha estadounidense. Analistas de medios y especialistas en movimientos políticos señalan que el conflicto va más allá de los intercambios de declaraciones y expone una lucha de poder entre dos figuras que utilizan sus plataformas para moldear la opinión pública. La pugna se materializa en sus respectivas redes sociales: X, propiedad de Musk, y Truth Social, la plataforma de Trump. Ambas compiten por ser el epicentro del discurso conservador y de la ultraderecha en el país.

El Sindicato de Guionistas de América (WGA), que ha mantenido una postura crítica frente al poder de los magnates tecnológicos, emitió un comunicado sobre el fenómeno: «Lo que observamos no es un simple choque de personalidades. Es una competencia por definir la infraestructura de la comunicación política. Cuando el dueño de la plataforma y el principal generador de contenido entran en conflicto, los usuarios y la información se convierten en el territorio en disputa».

Investigadores del Centro para la Contrarrestación del Odio Digital (CCDH) han documentado un incremento en la desinformación en X desde la llegada de Musk. Un informe de la organización indica que la moderación de contenido se ha reducido, lo que facilita la propagación de narrativas sin verificación. «La estrategia de Musk, bajo una bandera de ‘libertad de expresión absoluta’, ha creado un ecosistema donde las narrativas de Trump pueden florecer, pero al mismo tiempo compiten con Musk por ser la voz dominante», señala un investigador del CCDH.

La competencia se traslada al control del relato electoral

El conflicto tiene implicaciones directas para el panorama electoral. Trump, en su búsqueda por un retorno al poder ejecutivo, depende de una maquinaria mediática que pueda controlar. La existencia de X como un feudo gobernado por Musk, un actor con su propia agenda política y económica, presenta una variable de incertidumbre para su campaña. Fuentes cercanas a la campaña de Trump han expresado a medios independientes su preocupación por la «imprevisibilidad» de Musk. Por otro lado, Musk ha cultivado una imagen de actor político, reuniéndose con líderes mundiales y opinando sobre conflictos internacionales, un rol que tradicionalmente no correspondía a los dueños de plataformas tecnológicas.

Desde el ámbito laboral, exempleados de Tesla y SpaceX han reportado un ambiente de trabajo donde la lealtad a la figura de Musk es un componente evaluado. En una declaración ante la Junta Nacional de Relaciones Laborales (NLRB), un grupo de ingenieros despedidos de SpaceX afirmó que fueron cesados tras redactar una carta interna que criticaba las declaraciones públicas de Musk. Este contexto laboral, según analistas de relaciones laborales, es un microcosmos de su estilo de liderazgo: un control vertical que no admite disidencia. «Tanto Trump como Musk exigen una adhesión total a su persona», comenta un sociólogo especializado en movimientos autoritarios. «La diferencia es que uno lo hace desde la política tradicional y el otro desde el poder corporativo. Su actual enfrentamiento es, en esencia, la colisión de dos modelos de poder unipersonal que compiten por el mismo espacio ideológico y mediático».

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