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Tiempos de indolencia e ignorancia: La inoperancia del presidente Guillermo Lasso ante las catástrofes humanas (Opinión)

En un país con tanta desgracia como Ecuador, donde las crisis económicas, la delincuencia sin precedentes y las catástrofes humanas son el pan de cada día, uno esperaría que su líder tenga al menos un mínimo de sensibilidad y capacidad de acción. Sin embargo, lo que nos encontramos es al inefable presidente Lasso, cuyo cuerpo decadente encarna la indolencia y la ignorancia más abyectas.

En momentos como estos, las inundaciones en la Costa ecuatoriana, el terremoto de Machala y el deslave sin precedentes de Alausí han dejado una estela de muerte y destrucción a su paso, resulta más que ofensivo escuchar los comentarios estúpidos y deshumanizados del presidente. ¿Cómo puede decir que la tragedia es una oportunidad para la reactivación económica, como si estuviéramos hablando de una empresa en quiebra y no de vidas humanas perdidas y hogares destruidos?

¡Claro! Si fuese su banco el que quiebra, podría ser una oportunidad de reactivación, porque solamente es dinero el que está de por medio, pero en este caso son las vidas de los ecuatorianos las que se han perdido, hogares destruidos, una tragedia total.

Un gobierno inepto en su totalidad

Lo peor no es solo su inoperancia y falta de empatía, sino también la complicidad de su equipo de comunicación y asesores, quienes parecen no tener la más mínima idea de lo que está sucediendo en el país que supuestamente están gobernando. ¿Cómo permiten que su líder cometa tantos errores garrafales en tan poco tiempo? ¿Acaso están tan alejados de la realidad que no ven la necesidad de actuar?

Es evidente que al presidente Lasso le importa más beneficiar a sus amigos banqueros y limitar el campo de acción de la Contraloría General del Estado que atender las necesidades de su pueblo. El juicio político por el Caso Encuentro, que salpica directamente a sus familiares, es solo la punta del iceberg. Si no procede por ese tema, seguramente el próximo juicio será por su incompetencia ante las graves crisis humanitaria que vive el país.

Señor presidente, el puesto le quedó grande. ¿Acaso piensa que su futuro es pasar sus últimos días en un Country Club mientras sus hijos juegan tenis (como ya lo hizo en el Feriado Bancario), mientras el pueblo que supuestamente debería proteger se desangra en la miseria y el dolor? Sáquese esa gorra ridícula y reflexione sobre sus acciones, sobre la responsabilidad que tiene como líder, aunque ya sea demasiado tarde.

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