Por Omar Jaén Lynch / @Kelme_boy
Periodista
Mientras el país aún mantiene el aliento por la pandemia de Covid-19, al interior del Palacio de Carondelet hay una guerra de poder. O al menos así informaron cuatro periodistas al servicio del régimen.
Cuando estas “primicias” se revelaron en redes sociales, inmediatamente se encendieron las alertas. Resultó llamativa la fórmula en cadena para dar este supuesto enfrentamiento, fue como nado sincronizado. A estas alturas, la opinión pública sabe que cuando estos cuatro individuos publican algo tienen una intencionalidad de por medio, generalmente vinculada a las necesidades del Gobierno.
Lo cierto es que se intentó posicionar la idea que en la “mesa chica” hay problemas, que hay tensión entre funcionarios de la Sierra y Costa. Esta percepción se acentuó cuando se confirmaron las salidas del Gabinete de Gabriel Arroba –quien comandó ineficazmente la Secretaría de Comunicación– y de Ricardo Luque –el mandamás de los servicios de Inteligencia que persiguió a opositores en redes sociales con la anuencia de los medios de comunicación aliados–. A eso se suman las versiones que detrás de estos “conflictos” está la mano del Rasputín interandino, Andrés Michelena.
Quienes propagan este “conflicto” afirman que el mayor damnificado es el fotogénico vicepresidente Otto Sonnenholzner. Hay la impresión que el segundo mandatario perdió a dos piezas de confianza en el Gabinete y que se lo está relegando porque ya tuvo muchos flashes encima: es hora de que Lenín Moreno vuelva a ser el centro de atención.
No me permito creer este bulo. Ya hemos tenido tres años de este tipo de bombas de humo que siempre tuvieron perversas intenciones. Y ahora no es la excepción.
Vamos punto por punto
Sonnenholzner sabe que es la única ficha que tiene este Gobierno, sus miembros, aliados económicos y medios serviciales para sostenerse después del 24 de mayo de 2021. Todos ellos saben que si el próximo año no ganan las elecciones se les vendrá una catarata de procesos legales por la interminable lista de inconstitucionalidades con las que han gobernado. A eso súmenle los casos GEA e Ina Papers, las concesiones mineras y de empresas públicas, la manipulación de la Función Judicial, el manejo de la deuda externa… En fin, tarde o temprano deberán responder ante un tribunal y, sobre todo, ante el pueblo.
Empresarios, banqueros, periodistas (prepago) e “influencers” remarán unidos para que Sonnenholzner gane las elecciones. Pero para que esto ocurra, Otto no puede estar un minuto más en la administración de Moreno. La ineficaz respuesta ante la llegada del Covid-19 y la terrible crisis económica a la que este gobierno nos ha empujado pasan factura a las intenciones electorales del vicepresidente. Es una bomba de tiempo, entre más se mantenga en el Gabinete, menores serán sus opciones de ser un candidato competidor.
Dado el escenario, no sorprende que periodistas con intereses suelten la “noticia” de que Sonnenholzner es relegado en el Gobierno. No es casualidad que se quiera pintar una atmósfera de ruptura entre el vicepresidente y el resto del régimen. Se nota ya la mano del asesor español Victor López en Ecuador.
El plan será, entonces, borrón y cuenta nueva. Sonnenholzner apunta a salir del Gobierno con el aura de que se va por no estar de acuerdo en cómo se actúa. Se retirará con el discurso del que “quiere trabajar, pero la política no me deja”. Su intención será ser el candidato presidencial que pasó por la actual administración, pero que –al mismo tiempo– no tuvo ninguna responsabilidad por lo hecho (no por nada casi no se ha referido a los proyectos económicos enviados a la Asamblea).
No se confunda, Otto. Los ecuatorianos saben muy bien que usted fue la cabeza visible durante la crisis de octubre, cuando su gobierno intentó golpear a la clase media y pobre del país con el “gasolinazo”. Usted comandó un régimen que reprimió al pueblo como hace mucho no se veía. Tampoco la gente olvidará que usted fue quien lideró la reacción tardía e ineficiente contra la pandemia del coronavirus. La población recordará que mientras miles morían en sus casas, calles y hospitales, usted promocionaba su imagen con fines electorales.
No, Otto, la gente no caerá en la nueva estrategia de su Gobierno. El ecuatoriano de a pie no olvidará a quienes nos llevaron al abismo, entre esos usted y sus poderosos aliados. Hable con su nuevo asesor y revean su plan, porque le aseguro que aquí no tendremos Alzheimer colectivo.