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Si no es por los subsidios, entonces, ¿a qué, pues?

Ayer el presidente Lenín Moreno dijo en cadena que todo esto que sucede en Ecuador es por Correa. O sea, nadie protesta por la eliminación de los subsidios.

Sí, y luego el vicepresidente, Otto Sonnenholzner, añadió que se decidió eliminar los subsidios a los combustibles para salvar la dolarización. Entonces vale la pena echar una revista a algunos numeritos.

No todo está tan claro y hasta ahora no acabamos de entender por qué se tomó esta decisión, pero dejemos que sean la cifras las que hablen.

  • Subsidios hay en todas partes, pues son estrategias para garantizar competitividad y atender a los más necesitados. De hecho, Estados Unidos subsidia su sector agrícola, en el que anualmente invierte no menos de 23.000 millones de dólares. Muchos recursos para grandes extensiones de monocultivos de maíz, producto que está en la base de su industria y del cual aprovechan casi todas sus características.
  • Nuestro vecino y socio comercial, Colombia, cuya economía boyante, muchos piensan, es resultado de la liberalización del comercio, posee un sistema subsidiario tan grande, que muchos críticos piensan que “ahoga al Estado”. Casi el 9% de su PIB está destinado a sostener a personas en situación de pobreza, por ejemplo. Y, sí, también subsidian una parte del precio de la gasolina. Por eso hoy muchos compatriotas en zona de frontera buscan ahorrarse unos dólares tanqueando en Ipiales.
  • Pasemos al diésel, el combustible que mueve la industria, el agro y la producción del país. En el pasado mes de abril, último período analizado por el Banco Central, Ecuador importó algo más de dos millones de barriles de diésel, y sus cuatro refinerías produjeron, a su vez, casi un millón de barriles de este carburante.
  • El subsidio al diésel, en efecto costaba unos 85 millones de dólares por mes. Pero esta inversión apoyaba, por ejemplo, a la soberanía alimentaria en un país donde uno se da media vuelta y ya se está vendiendo fruta procedente de Perú o lácteos y procesados de Colombia.
  • La eliminación del subsidio al diésel ecuatoriano consiguió que este pase a costarle al usuario 140% más, pero sus efectos contarios a la producción, sustituirá productos de primera necesidad por similares importados. Esto pudiera generar consecuencias devastadoras en miles de empleos, salida de divisas y riesgo para la salud del sistema de dolarización.
  • Un empleado que recibe el salario básico, obtiene líquidos USD 360 dólares por mes. El 2,7% de ese ingreso se destinaba a tomar un bus de ida y otro de venida durante los 20 días de labores. Ahora esa cifra sube a 4,5% con un pasaje hipotético de 0.40 centavos. Si esto se suma a 4 miembros familiares, vemos que la eliminación de subsidio hará que solo en transportación pública, más del 15% de sus ingresos se vayan en buses. Esto, sin contar que, como efecto de ajuste, y también de especulación, el costo del almuerzo subirá, afectando a la parte más vulnerable de la ciudadanía trabajadora. Bastante es, para que además se merezca los apelativos de zángano y vago por parte del presidente ecuatoriano.
  • Nuestro mandatario asegura que la escalada de protestas no son parte del malestar contra la eliminación de los subsidios estratégicos. No, entonces, ¿a qué, pues?