Quito, 7 mar (La Calle).- El presidente Guillermo Lasso inició su mandato creando la figura de consejerías ad honorem, donde sus amistades y personas cercanas fueron designadas para asesorarlo en temas específicos del Gobierno. La última incorporación fue la del empresario Roque Sevilla.
Se trata, en su mayoría, de designaciones sin salario, y por ende, podría creerse que sin rendición de cuentas. La creación de estos espacios inició el 24 de mayo del 2021. Aparicio Caicedo consiguió la asesoría política, mientras que la de políticas públicas contra la desnutrición infantil está liderada por Enrique Luis Coloma.
Otra de las consejerías, creada el 20 de julio, para la protección del sector bananero fue entregada a Juan José Pons.
Con el tiempo, algunas consejerías se disolvieron y en otros casos se transformaron. Como por ejemplo, la Consejería de Inversiones y Alianza Público-Privadas, liderada por Roberto Salas Guzmán, fue disuelta el 23 de noviembre y pasó a ser la Secretaría Técnica de Asociaciones Público-Privadas y de Gestión.
Otra de las consejerías disueltas fue la de Juan Carlos Holguín, quien era embajador itinerante para temas estratégicos y ahora es el nuevo ministro de Relaciones Exteriores. Holguín no presentó ningún informe durante sus siete meses de gestión.
El 1 de octubre de 2021 se creó la Consejería a la Gestión y Estrategia comunicacional del presidente dirigida por Rafael Cuesta Vallarino, hijo del gerente general de TC Televisión, Rafel Cuesta Caputti.
Última consejeria
La última de las consejerías creadas por el presidente es la del empresario Roque Sevilla, nombrado este 4 de marzo por Decreto Ejecutivo 364, como asesor presidencial ad honorem en temas relacionados a la conservación y protección del ambiente.
“Art1.- La Presidencia de la República contará con la Consejería de Gobierno Ad Honorem para el ambiente, que se encargará principalmente de asesorar al Presidente de la República en tema relacionados a la conservación y protección del medio ambiente, la promoción y el impulso del desarrollo sostenible y la reducción de la contaminación”, dice el decreto.
¿Voluntarismo?
Considerar que la denominación ad honorem involucra una especie de voluntarismo, sin recibir remuneración, sugiere que una rendición de cuentas por parte de dichos servidores es casi improbable.
”No hay que estigmatizar que alguien quiera dar su aporte intelectual, académico o profesional, pero hay que diferenciar los espacios. Si uno quiere hacerlo desde la sociedad civil porque no quiere recibir una retribución económica puede hacerlo desde una ONG, fundaciones, propuestas de política pública”, opina un experto.
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