Por: Alexis Ponce
Volvimos a la república del siglo 19, el siglo del panóptico, los exilios de los revolucionarios y las órdenes de destierro contra los republicanos y demócratas que alzaban su voz, su machete o su pistola, contra las continuas tiranías oligárquicas que sabotearon y destruyeron el sueño de una Patria Grande. Debimos esperar 40 años para echar abajo la tiranía de los hacendados y los niños ricos, y hacer una revolución que duró menos de 15 años y terminó en una hoguera bárbara que hoy también se levanta, mientras la población, con sus ojos en la red social, como en aquel 1912 tras las cortinas de la ventana enmudecida, ve pasar a los linchadores y gobernantes crápulas, arrastrando a una mujer y periodista ecuatoriana.
Porque ser ecuatoriano no significa haber sido parido aquí, sino que significa amar la Patria 🇪🇨, ésta Tricolor de la infancia, bandera que ahora duele tanto. Porque la eligieron como su país por opción, porque lo decidieron así, aunque nacieran en Cuba, Colombia, Venezuela, Brasil, Uruguay, donde hayan nacido: porque accidente es el lugar, opción es el amor. ¿Verdad, mi Nikita?
Las 3/4 partes de la población demográfica que nació aquí y habita este suelo, NO es ecuatoriana, ni tiene derecho a llamarse tal: no defiende la soberanía, la dignidad nacional, la salud pública, la energía eléctrica de todos, ni a sus niños con cánceres o violados, ni al IESS ni a los jubilados y pensionistas, ni a los enfermos oncológicos o sin diálisis, ni defiende la paz, ni sale con honor a la calle a exigir el fin de esta tiranía. «¿Cuál tiranía?» preguntan los verdaderos antipatrias, y añaden: «Si no hay comunismo». Ésa es la bajeza de quienes perdieron en la amnésica memoria la noción de PATRIA.
Prefirieron sobrevivir en una Bananera gigante, aplaudiendo a «la Amu Patrona yutúber ha sido, qué linda ropa, me muero!», mientras los amus patrones les tratan con la punta del zapato como a huasipungueros idiotas que posan con un cartón, sin importarles su destino escrito en en la ya olvidada novela de Icaza.
No, no hay Patriotas. Hay colores partidarios, pequeñas siglitas, deditos emoticones de pulgares arriba, miedo, cobardía, demasiado hijeputismo.
¿Patriotas? ¡Ellas!, las que no nacieron en el Ecuador, pero fueron y son más novias enamoradas de este país y su destino, que millones de castrati.
¿Patriotas? mi Luz Helena Arismendy (+), mi Pedro Restrepo, mi Nelly Valbuena (+), y con ellas y él, patriota fue Manuela Picq (deportada) y hoy Alondra Santiago, desterrada, exiliada, echada del país que amó y que ama más que millones de eunucos que dicen amar sin amor.
Esta mujer, Alondra la bella, amó y ama a un país que, por desgracia, se acostumbró, en tercera persona, a mirar el delirio de un tiranuelo y a cerrar los ojos ante la injusticia, el delito y la tiranía.
Duele su partida. Como la de tantas y tantos patriotas: policías investigadores del narco-banco, militantes y dirigentes progresistas, mujeres dirigentes sindicales de la Bananera Noboa amenazadas de muerte, periodistas mujeres, que -de una en una-, en silencio, en la clandestinidad, han debido dejar el país entre lágrimas de sus familias, llantos que usted nunca oyó ni le importa, y que han debido exiliarse -¡decisión tan dura, tan dolorosa siempre!- para salvar la vida o la libertad.
Eso es el Ecuador ahora y no quieren reconocerlo. Una mazmorra, un huasipungo, una bananera, un circo sangriento.