Quito, 06 oct (La Calle). – En la Penitenciaría del Litoral, muchos de los ocupantes están presos por delitos menores como contravenciones o escándalo en la vía pública. Ellos terminan en los pabellones de máxima seguridad extorsionados por las bandas delictivas que allí operan. Las enfermedades crónicas o la edad avanzada hacen mucho más dura la vida de los reos.
“El hacinamiento y el abuso de la prisión preventiva llevaron a que se tomen decisiones antitécnicas como ubicar a varios presos en el pabellón de tránsito. Si bien en la Penitenciaria del Litoral este pabellón esta en otra parte no significa que está alejado de los demás pabellones. El pabellón de tránsito está sometido a la banda de Los Lagartos. Los conductores que llegaron allí por contravenciones deben soportar la violencia”, indicó una fuente* a Radio La Calle.
Pabellón de tránsito
En el CDP existen tres pabellones A, B y tránsito. Este último se encuentra en medio de los dos. “Los transportistas son víctimas de extorsión, abuso físico de los Lagartos. Al profesor de tercera edad no han dejado que lo golpeen porque saben que es un hombre con formación académica y que ahora sus exalumnos están pendientes de él. La banda ha preferido, como dicen ellos, dejarlo sano”.
Pero eso solo sucede con muy poca gente. Los demás conductores son víctimas de violencia como si estuvieran en otro pabellón. La historia de Iván Vaca, profesor de 80 años que, de acuerdo con declaraciones de sus exestudiantes, chocó con una motocicleta que se cruzó el rojo y uno de los ocupantes falleció, se hizo viral en redes mostrando que muchos de los presos sufren malos tratos y violencia por estar en cárceles de máxima peligrosidad.
“Ya está en contacto con su familia y recibió la pasta de dientes, shampoo, jabón. Estaba en el abandono total porque al momento de su detención no le dejaron sacar un número de teléfono y no podía comunicarse. Ese tipo de atropellos se viven a diario”.
Violencia y abuso
Esa historia no está aislada. En el perfil de Twitter de SOS Cárceles aparecen varias historias de violencia dentro de la Penitenciaria del Litoral. “El caso de Elías Acosta es otro ejemplo. Él iba con su madre por uno de los barrios pobres de Guayaquil. Le faltaron el respeto a su madre y él la defendió. Llegó la policía y después de una audiencia los condenaron a seis meses por escándalo en la vía pública. Lamentablemente fue a parar en el pabellón 5 donde se produjo el asesinato masivo”.
Las historias dentro del centro carcelario se vuelven cada vez más terroríficas. “Un joven que mostraba claros problemas mentales y fue victima de violencia sexual y física que terminaron afectando más sus problemas. Llegó al pabellón de tránsito completamente golpeado, desnudo, con miedo a que se le acerquen por el miedo a la violación. Son tratos inhumanos y esclavizantes al interior de la prisión”.
Recursos y discriminación
El índice del delito no cuenta dentro de las cárceles sino los recursos económicos que tenga cada PPL al momento de su llegada. “Al pabellón de máxima seguridad van los más pobres, al de mediana seguridad los que tienen un poco más y los que cuentan con más recursos llegan al pabellón de tránsito. El sistema fracasa por completo. Todos son víctimas de extorsión, pero mucho más los pobres”.
¿Hay solución?
El gobierno debe enfocarse en el manejo de prisiones desde los derechos humanos y no en una perspectiva solamente de seguridad. “Construir un muro más alto no evitará que se maten dentro o que se fuguen. Muestran a la ciudadanía que tienen el control con obras físicas, pero solo los aíslan como desechos humanos”.
*Por razones de seguridad, la fuente pidió la reserva de su identidad como indica el artículo 40 de la Ley Orgánica de Comunicación.