Por: Marco Flores / economista
La economía es un proceso no un estado de situaciones absurdas como el que propone la existencia de una economía de “competencia perfecta” donde se supone que todos los actores económicos acuden al mercado con pleno conocimiento y poder de decisión efectivo, lo cual claramente no es cierto.
Si en Ecuador los llamados subsidios a los combustibles “benefician sobre todo a los ricos” como dicen una y otra vez los predicadores de la “economía del miedo”, porqué entonces los que protestan por incrementos en los combustibles y en otros precios son precisamente los más pobres.
Lo que no entienden los predicadores de la “economía del miedo” es que el problema, grave, real y subyacente no son los precios de los combustibles sino los exiguos ingresos de más del 50% de la población ecuatoriana que caracterizan su pobreza, ingresos que se ven gravemente perjudicados por incrementos de los combustibles y otros precios, además en medio de la crisis.
Los predicadores de la “economía del miedo” que desde hace cinco años conducen la economía deberían más bien haberse preocupado porque la economía crezca para ampliar la recaudación tributaria, sanamente. Pero no solo que no lo hicieron sino que han incrementado la deuda pública en forma inusitada, sin crecimiento paralelo, volviéndola socialmente insostenible.
Convenientemente los “predicadores” nada han dicho frente a las remisiones tributarias que perdonaron multimillonarios valores por retrasos, intereses y multas que el Estado debía cobrar porque eran obligaciones en firme, fuera de litigio. Mantienen silencio frente a la advertencia del estudio de la CEPAL que concluye que en Ecuador especialmente las corporaciones evaden tributos por un equivalente anual al 7% del PIB. Tampoco han dicho una palabra sobre el hecho cierto de que el ingreso real promedio de cada ecuatoriano tiene la menor capacidad adquisitiva de la región, según publica el Banco Mundial.
¡El problema se llama pobreza no precio de los combustibles!