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¿Por qué el Gobierno se cabrea con Radio La Calle? (opinión)

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Por Omar Jaén Lynch blank
Periodista y entrevistador

“Solo el poder de la sociedad civil global actuando sobre la opinión pública a través de los medios y las redes de comunicación podrá superar finalmente la inercia histórica de los estados-nación y conseguir que éstos acepten la realidad de su poder limitado a cambio de incrementar su legitimidad y eficacia”.
Manuel Castells

Abro mi libreta de anotaciones: “Martínez rifó mil millones en una ruleta rusa del mercado internacional”, “Romo y Jarrín allanan el camino para la represión”, “A Carlos Luis Morales le llegó la parca”… En el tintero tenía un amplio abanico de temas para abordar en este espacio, pero todo queda de lado cuando la injusticia brilla una vez más en el país.

El viernes 29 de mayo de 2020 el país conoció que el Gobierno “advirtió” a Radio La Calle que iba a pedir el cierre de su página web debido al uso “indebido” de imágenes de Lenín Moreno y otros funcionarios. Que la Secretaría de Comunicación (Secom) sigue siendo manejada por Andrés Michelena y sus zalameros de toda la vida no sorprende. Sí me desilusiona que Gustavo Isch –a quien tenía como un consultor y académico serio– se preste para las persecuciones del ‘Rasputín interandino’.

No perderé tiempo en analizar la absurda excusa del régimen –las fotografías que usa el portal son de la propia Secom, es material público–, lo que sí pretendo examinar es qué le cabrea al Gobierno de Radio La Calle.

Fue hace 11 años cuando Santiago Aguilar Morán y Marco Bolaños emprendieron el sueño de todo graduado en Ciencias Sociales o Comunicación: Tener una plataforma para la difusión de pensamiento, para abrir los micrófonos a las voces históricamente olvidadas, para generar debate. Entre idas y venidas, entre robos de páginas web y la falta de financiamiento, Radio La Calle se dio una última oportunidad en 2019. Si en ese año no despegaba el proyecto, quedaría como uno de los tantos esfuerzos multimedia que hay en el mundo que mueren sin ser recordados.

Las jornadas de movilización contra el Gobierno de octubre del año pasado marcaron el quiebre para Radio La Calle. En un colosal esfuerzo humano y tecnológico, el medio estuvo en primera línea en la cobertura de las protestas. Sus seguidores en redes se cuadriplicaron en esos días, Ecuador y el mundo podía ver en vivo lo que ocurría en las calles de Quito. Los periodistas fueron agredidos por la Policía, sufrieron el robo de sus equipos, pero la pasión puede más, la verdad puede más. A partir de ese momento todo fue pampa. Ahora Radio La Calle se muestra como un medio digital que disputa el relato a poderosísimos medios privados.

Quizás aquí hallamos el primer motivo para que el Gobierno se cabree. ¿Cómo es posible que un medio sin financiamiento tenga ese alcance?, ¿por qué este medio tiene ahora más credibilidad y audiencia que espacios que reciben pauta gubernamental? El punto clave es la diversidad de voces. Si bien no se puede negar que Radio La Calle hay una postura crítica al Gobierno, eso no significa que se manipule a la audiencia. Es así como en los noticieros se invitan a figuras para que hablen a favor o en contra, de izquierda y de derecha, a “progres” y “libertarios”. Nadie –y menos un periodista– es imparcial, se lucha por ser objetivo.

Entiendo el cabreo del Gobierno. Radio La Calle ahora también se vuelve un espacio para develar lo que grandes medios ocultan o cuentan a medias. En sus micrófonos, material en redes y página web se encuentran notas y artículos que dan contexto a los hechos (¡Qué hermoso, necesario, pero también vejado que es el contexto!).

Resulta obvio que en Carondelet se cabreen porque medios como Radio La Calle no se unan a esa matriz informativa que se instauró hace tres años. Es comprensible el cabreo en la Secom al ver que Radio La Calle no cae en la cantaleta ímproba de la “culpa es del gobierno anterior”, como sí lo hacen las grandes empresas de comunicación en el país.

Viéndolo bien no creo que sea cabreo lo que siente el Gobierno hacia Radio La Calle. Me parece que el término que mejor encaja es temor. Y vaya que debe sentirlo al ver la reacción ciudadana en respaldo a este medio digital alternativo, hacia esos periodistas artesanos de la comunicación.

Fuerza Radio La Calle, la fuerza de la razón y la verdad está con ustedes.