Quito, 25 may (La Calle). – El sol llegaba con toda fuerza mientras los estudiantes avanzaban por la calle Pérez Guerrero. Llevaban carteles y gritaban consignas en contra del recorte presupuestario y las medidas del gobierno.
Los estudiantes de teatro de la Universidad Central realizaban una performance mientras caminaban. Cadenas que representaban la situación de los trabajadores, pero también la del país que mediante leyes y decretos se somete a los lineamientos de los organismos multilaterales.
Cuando llegaron a la Avenida 10 de Agosto, los universitarios se encontraron con los trabajadores. Aproximadamente 5.000 personas estaban en la calle. A la par, personal administrativo del Ministerio de Salud Pública, miembros de la Red de docentes del Ecuador, trabajadores de la empresa de agua potable y funcionarios de Inmobiliar, empresa pública eliminada por el gobierno protestaban los despidos de las últimas semanas.
«No somos inconscientes, el desempleo nos matará igualmente», gritaban los trabajadores en referencia al Covid-19 y las recomendaciones de no salir mientras dure la emergencia sanitaria. El desempleo y el hambre se vuelven de asuntos de suma importancia ante los últimos acontecimientos políticos.
Presencia policial
En horas de la madrugada, la policía cercó las calles aledañas al Palacio de Carondelet. Cuando la movilización llegó a la calle Guayaquil se podían ver a los agentes con sus trajes nuevos, toletes y escudos. Miraban al frente mientras los manifestantes les gritaban asesinos, una y otra vez.
Las cosas se complicaron en la Chile y Guayaquil, cuando miembros del Grupo de Operaciones Motorizado (GOM) empezaron a avanzar lentamente. La gente llegó a la Plaza de Santo Domingo y después de un botellazo, los gendarmes avanzaron en sus motocicletas para dispersar a la población.
Mujeres y hombres recibían toletazos en la espalda, piernas, brazos. Los motorizados enviaron a una parte de la movilización a Cumandá, mientras que unos pocos regresaban a la Plaza del Teatro y de allí a la Alameda.
Aunque el temor a los contagios es latente. A la gente le preocupan las medidas que tomó el gobierno nacional y la precarización de la vida y seguirá tomando las calles para exigir sus derechos.