Por: Sebastián Tamayo Villarroel
Twitter: @tamayo95se
Quienes nacimos aproximadamente en los noventa, somos parte de la mítica generación millennial. Nuestras características son bastantes singulares pues fuimos los primeros en disfrutar de la mensajería instantánea. Y aunque parece ser un hito no tan significante, aquel acontecimiento resultó de gran impacto. El efecto secundario fue la ininterrumpida conectividad sin importar ya la distancia geográfica; fuimos los primero en convertir nuestros sentimientos en zumbidos de Messenger, en emojis y stickers; fuimos los primeros que participamos en los grupos.
Ahora bien, se preguntarán cuál es la relación con la política. Mientras nuestros padres disfrutaban de los clásicos mítines, nosotros, sin querer, desde hace mucho tiempo empezamos a organizarnos gracias a la red. Así formábamos grupos que nos permitían compartir criterios afines; creábamos subsistemas que a su vez convivían con sus homólogos dentro de un gran sistema. De esa forma nos volvimos multifacéticos con nuestro yo y nuestro usuario que, disfrutaban espacios comunes pero guardaban su independencia.
Durante la pandemia, estas formas de organización, que nosotros experimentamos durante varios años, obligatoriamente fueron adquiridas por todo el espectro generacional, con contadas excepciones. Ahora, el activismo, la protesta social, el trabajo, la educación y toda forma de organización social, está intermediada por un dispositivo con acceso a internet. Es así que, esas cosas de millennials, que los más ortodoxos no querían aceptar, ahora conforman los procesos subalternos, evento del que nosotros fuimos los pioneros.
Por tanto, y por otros innumerables factores, a diferencia de anteriores procesos, las condiciones niegan definitivamente a “los jóvenes carga banderas”. En el contexto actual, maximizamos nuestra participación en medios alternativos, en reuniones telemáticas, en lives, elementos que permitieron visibilizar nuestras causas y motivaron a que los políticos hablen de ellas. En definitiva, somos aproximadamente el 50% del padrón electoral para el 2021, y ya no necesitamos portavoces, ahora podemos participar y decidir.