Por: Mauricio Galindo
Un viento abrasador recorre el Mundo, lo calcina y erosiona. No es la Peste actual, es uno obscuro y vil, que se impuso a las cálidas briznas de la mente y el corazón. Ese viento es el de la mediocridad, saqueador de lo más preciado que el humano posee: su chispa divina, la que nos elevó de la naturaleza para compartirla con millones de otras entidades, a las que irrespetamos, igual que lo hacemos con nuestros congéneres.
La curva de la vulgaridad nos igualó hacia abajo, el Covid-19 lo evidenció. Observamos la muerte del Pensamiento Crítico y el archivamiento de la discusión como fórmula de aprendizaje. Se acreditó a la viveza, chabacanería e ignorancia a los estratos más altos de los valores humanos. Satanizaron la iniciativa, ser distinto, ver con otras luces lo que nos dicen que es cierto. Enclaustraron al innovador real, aquel que con una idea trasmutaba la realidad.
Desapareció la Mente Compleja, aquella virtud que hizo grandes a griegos y a Renacentistas. Si hoy Leonardo Da Vinci, a más de pintar, diseñase submarinos o helicópteros, le sugirieran que siga un curso de Coach, para que refrende sus apreciaciones y las exponga de mejor manera. Somos cautivos de la hiperespecialización, pero no de una que aporte, de una que castra la innata capacidad del hombre de asumir sus propios sueños. Entregamos poder y conocimiento a aquellos que lo detestan: a los inquisidores de esta nueva Edad Media.
La fórmula de su “éxito”
Para ser “exitoso” no se requiere algo distinto, se repite lo que hacen otros “exitosos” Miremos la música, solo existe una mezcolanza de rock, reggae, flamenco, pop y cantar con el mismo tono de voz. Hasta intérpretes que tenían un estilo inconfundible asumen que si no embarcan en esa nave de la homogenización, pasaran a la Nave del Olvido.
En el fútbol el 10 y el puntero han pasado al museo. La gambeta, la alegría, la picardía son Historia. La magia de Platini, el jugador, se trastocó en el Michel dirigente, el que tranzó por dinero en perjuicio del deporte-arte, que lo eligió como Dios en 1984 al ganar la Eurocopa. Admiramos el fútbol garra de Simeone, que anula el talento incluso de genios como Lemar o Joao Félix, en pos de un resultado.
Una de las máximas de los seres humanos completos, es que el camino es más importante que la meta. En ese recorrido templamos alma, cuerpo y espíritu, conocemos lo mejor y peor de nosotros. Si logramos el resultado, bienvenido, sino a empezar de nuevo. Hoy chicos de 22 años ya quieren ser concejales, directores, gerentes; solo por el hecho de haber estudiado y ser jóvenes, como si la juventud fuese una virtud por sí sola. Omiten que para llegar a los niveles de decisión, se sube por las escaleras dobles del conocimiento y la sabiduría. Que el conocimiento sin sabiduría, es como agua con aceite.
El encumbrar a los jóvenes liquida la vida laboral e intelectual a los 30 años. Los Coach suprimen al profesional, cursos de máximo tres meses te hacen “experto” se banaliza el análisis y el estudio, sobre todo político y social. Elevamos el Ego, en lugar de apagarlo y oír nuestro interior. Estamos frente a la extinción del Homo Sapiens, dando paso al Homo Habilis.
El sistema de valores y pensamiento en quiebra
Y llegamos al punto más álgido, esta quiebra del sistema de valores y pensamiento, se encumbró en el poder. Ahí existen personajes de una opacidad tal, que se vanaglorian de no leer, de ser “pragmáticos” y decir que Aristóteles es el nombre de una playa griega, donde conocí a una amiga. Esta realidad azota a la política y la dirigencia mundiales, pilares que deberían sustentar la vida humana. Se paga 120 millones de dólares por un futbolista, mientras un científico debe mendigar 1500 dólares para poder dedicar parte de su sueldo a insumos para investigar. La desigualdad es la norma.
“El Lobo de Wall Street” expone como se hizo millonario: saqueando compañías, robando jubilaciones, especulando y no oímos a economistas, biólogos, historiadores que ruegan que no sigamos en este sistema de rapiña, porque necesitaríamos tres mundos que lo sustenten. Dogmas de todo tipo, el peor el religioso, impiden políticas claras de control de la natalidad. Ecuador a inicios del siglo XX tenía más de 450 mil kms, y un millón de habitantes; hoy tenemos 270 mil kms y 17 millones de habitantes, terrorífico.
Trump, Bolssonaro se ufanan de carecer de experiencia política real, cuando debería exigirse a cualquier funcionario un mínimo de trabajo en el sector público, con resultados satisfactorios. Los empresarios llegan al poder creyendo que es empresa familiar, y colocan a esposas, amigas, amigos, primos en puestos claves, con los obvios y nefastos resultados. Presenciamos el retorno de momias políticas que se pavonean de poner a su esposa de Vicepresidenta: Daniel Ortega en Nicaragua; de no saber ni hablar o de estar rodeado de gente de escrúpulos dudosos, como Maduro en Venezuela.
Une a estos personajes cosas en común: el culpar a otros, el evadir la realidad, generar Fake News, que las Leyes son para todos, menos para mí. Destrozan los sistemas de Salud, y pretenden que la gente no muera; generan lucha de clases, y piden unidad cuando les conviene; sitian al pensador y disidente y nos hablan de Democracia. Vivimos perversas acciones de aquellos que solo piensan en su beneficio, o en las próximas elecciones, y no sienten el dolor, que les es ajeno.