Quito, 3 de mar, (La Calle).-Nunca olvidaré a Paterson, o mejor dicho las condiciones en las que llegué a Paterson, Jarmusch (2016). Pasé por Freak Show y le dije a Esteban Reinoso, su anfitrión que escogiera una película de su amplísima colección.
Meditó unos pocos segundos, se llevó la mano a la quijada y luego dijo: Paterson.
No entendía a qué se refería, simplemente se acercó al grupo y escogió la película. La hermosa imagen de dos jóvenes abrazados en una cama, los colores verdes de la portadilla y le sinopsis en la parte trasera de la caja. Aprisioné la película y cuando llegué a casa, esperé el momento oportuno.
Finalmente, se me reveló una historia limpia y sencilla. Un conductor de bus repite la misma escena: las horas frente al volante, las noches de paseos nocturnos acompañado de un precioso bulldog y los tragos en un bar.
Las circunstancias se repiten, nunca iguales, pero siempre las mismas. Luego está la poesía. El sensible Adam Driver más allá del estereotipo, escribe su vida, sus impresiones para construir frescos de la realidad inmediata.
Jarmush escribe en pantalla esos versos con un trazo luminoso casi de neón, con la intención de dislocar el mensaje central en una realidad alternativa.
Pocas veces en pantalla se ha visto esa convivencia de códigos, no expresada tanto por una necesidad de puesta en escena, sino como parte de una exploración íntima del personaje. Al respecto Driver anunció en una entrevista con Diario EL PAIS:
“No, la hice por Jim, la única razón fue trabajar con él. No me importaba la escala del proyecto. Creo que es uno de los mejores cineastas vivos. Trabajar con él me confirmó muchas cosas. Jim es muy concreto y muy divertido, es una de las personas más divertidas que he conocido. Su sentido de la ironía siempre se cuela en sus películas”.
Jarmush prodiga sin esfuerzo su visión coral sobre el mundo y lo hace en el lugar menos probable del mundo, en un pueblito de New Jersey y se apoya en el personaje más improbable de todos, un conductor de bus. ¿Será por eso que es tan inolvidable?
Quién conoce los hechos a ciencia cierta, lo concreto es que gracias a esta producción, Kilo Ren, el hijo de Han Solo, comenzó finalmente a leer poesía.