Quito, 15 abr (La Calle). – El Papa Francisco retomó el lavado de pies a los presos, tradición que había empezado desde 2013 y que se suspendió dos años debido a la pandemia. El rito de la misa “In coena domini” del Jueves Santo conmemora la Última Cena que compartieron Jesús y sus discípulos.
A diferencia de los otros años, el Vaticano mantuvo esta misa bajo reserva y ni siquiera anunció el paso del papa por esta cárcel, la sexta que visita por Jueves Santo en la última década.
Francisco, confirmó la Santa Sede, celebró misa en la cárcel de Civitavecchia, en el litoral romano, junto a algunos presos a los que luego lavó los pies, como hiciera Jesús con sus discípulos.
Durante la misa, el pontífice explicó en una homilía improvisada que, con ese gesto, Jesús enseñó el valor de ayudarse entre sí: “Debéis lavaros los pies los unos a los otros, uno sirve al otro, sin intereses”, expresó.
”¡Dios perdona todo y siempre! Somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón. Cada uno de nosotros tiene algo que lleva en el corazón desde hace tiempo. Pidamos perdón a Jesús”, exclamó. Mientras los otros papas lavaban los pies a sus cardenales, Francisco optó por hacerlo con los migrantes, enfermos y en especial con los presos.
Camino a la Pascua
El Viernes Santo, cuando los católicos conmemoran el calvario y muerte de Jesús, Francisco presidirá la celebración de la Pasión en la basílica de San Pedro, cuando tradicionalmente medita completamente tumbado ante la tumba de este apóstol. El Papa presidirá el Vía Crucis en el Coliseo de Roma, lugar simbólico de la persecución de los primeros cristianos.
Con el conflicto entre Rusia y ucrania, la Santa Sede pensó en que la cruz podrían llevarla una familia ucraniana y otra rusa. Sin embargo, el embajador ucraniano ante el Vaticano, Andrii Yurash, no está de acuerdo con esa idea.
El Sábado de Gloria, el papa presidirá la Vigilia Pascual, en la que se espera la resurrección de Cristo, bautizando y confirmando a algunos adultos, y Domingo de Resurrección celebrará las Pascuas impartiendo la tradicional bendición Urbi et Orbi, a Roma y el mundo. MIB