Quito, 19 de julio, (La Calle).-Testimonio de Pablo Garzón, ciudadano que reclamó al no ser vacunado, tras su queja, se reconoció el “error humano” en la Unidad Municipal Calderón.
“Fui a vacunarme y no lo hicieron. Todo aconteció, el último domingo en la Unidad Municipal Calderón, Barrio Marianitas. Al llegar, me sorprendió la cantidad de personas, jóvenes y de la tercera edad, haciendo fila en los exteriores. Pensaban que se podía acceder a la vacuna sin importar la edad, aunque no era cierto. Esperé más de tres horas al igual mi madre, que asistió al mismo centro, para recibir la segunda dosis de Sinovac. Todo se veía normal, el personal registrando los datos, los militares y los voluntarios estaban en su trabajo. Cuando me hicieron pasar al cuarto para la inoculación, la situación parecía en calma. Tomé asiento en la última de seis sillas dispuestas. Al poco tiempo llegó mi turno. Me fijé en el refrigerador pequeño donde estaban “las viales” como llaman a los químicos. Al tiempo, pregunté a la enfermera por la cantidad de dosis que se entregan por frasquito y me explicaron que eran 3 mililitros por persona. Cada unidad, entonces, alcanzaba para seis personas. Preparé el celular para grabar un video. Al terminar, revisé lo grabado y encontré que la enfermera no empujó el émbolo de la jeringa. Comparé con el video de otra persona y noté la diferencia. De inmediato, reclamé al administrador del centro y me confirmó el problema esa persona, enseguida, enfrentó a la enfermera que realizó el primer procedimiento; a la par, ordenó que me vacunaran de nuevo.
Se trata de un ‘leve descuido’, me explicaron, justificaban el hecho en que pasaban 14 horas trabajando y que, por tanto, esos errores podían ocurrir. Yo solo pensaba que una situación así no debía sucederle a nadie, por eso, advertí a todos los que pugnaban por ingresar para que tuvieran cuidado. Antes de salir, mi mamá me contó que le habían extraviado su cédula, como no fue posible recuperarla, le entregaron 15 dólares a manera de compensación”.