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¿Cómo pueden entender los millenials al movimiento indígena? (Opinión)

Sebastián Jarrín

Corrían los 13 días de octubre del 2019 y todo el Ecuador veía cómo Jaime Vargas le decía al Presidente que “tiene ministros vagos”. En ese momento, el movimiento indígena recobró una notoriedad inesperada, sobre todo en aquellos de mi generación que vieron en el movimiento indígena ese símbolo de resistencia, lucha y rebeldía. ¿Pero qué sabemos del movimiento indígena, de sus orígenes, de su lucha?

Yo soy de la generación que creció con la Revolución Ciudadana. Escuché a Correa hablar de los “ponchos dorados”, pelearse con la dirigencia del movimiento indígena y confrontar con sus líderes históricos. Desde el 2017, he escuchado a la CONAIE hablar de cómo ellos resistieron al correísmo. Con el nacimiento de Unión por la Esperanza (UNES) surgió la confusión entre la CONAIE y la Confederación de Pueblos y Organizaciones Indígenas Campesinas del Ecuador, o simplemente la FEI.

Un poco de historia

Fue ahí también cuando comprendí la complejidad del movimiento indígena y lo poco que sabemos los millenials de él. El movimiento indígena viene de una lucha de dominación de 500 años. Como he dicho en otros artículos, no podemos abstraernos de la realidad regional y mundial. Así, el movimiento indígena cobra fuerza en el siglo XX en medio de la disputa de un mundo bipolar: la Guerra Fría.

De esta manera, la FEI nace íntimamente ligada al Partido Comunista Ecuatoriano (PCE), por lo tanto, reivindica la lucha de clases presente en la discriminación de los indígenas. Entienden que las condiciones de vida de los indígenas son dadas por un sistema capitalista, que reproduce las relaciones de explotación a las que el movimiento indígena ha sido sometido desde hace 500 años. Por lo tanto, la inclusión de los indígenas no se puede dar en una sociedad capitalista, tiene que haber un cambio en las relaciones de producción, lo que les permitirá ser parte de una sociedad más justa, equitativa y solidaria.

Debido a sus vínculos con el PCE y las condiciones históricas, no es de extrañarse que haya enfrentado oposición desde visiones que colocaban al comunismo como el enemigo al que enfrentar. De esta manera, por disputas internas y demás procesos históricos, en 1986 se crea la CONAIE.

Nace la CONAIE

La CONAIE sigue otro camino, el de las reivindicaciones étnicas. De esta manera, consideraban que el indígena es discriminado por su misma condición de indígena, por su etnia. Por lo tanto, reivindicaban el reconocimiento de los pueblos y nacionalidades dentro de la sociedad. Sin embargo, dejan de lado la lucha de clases. Abogan por la educación intercultural, autonomía territorial y reconocimiento de prácticas culturales indígenas como la justicia indígena.

Es aquí donde se empiezan a marcar diferencias. La CONAIE con el apoyo de ONG extranjeras adquiere protagonismo a nivel nacional, hasta reconocerse como gobierno de los pueblos y nacionalidades indígenas del Ecuador; no sólo no representa los intereses de todos indígenas, sino que niega la legitimidad de otras organizaciones indígenas que a menudo son descritas como intentos de dividir el movimiento indígena. La CONAIE además incrusiona en la política partidista con el MUPP – NP (Pachakutik), entrando en la dinámica política de la partidocracia, alianzas, repartos y pugnas por espacios políticos. Asimismo, su historia no puede desmarcarse de decisiones tan contradictorias como el apoyo al candidato de la derecha, Guillermo Lasso, en 2017.

Entender las disputas del movimiento indígena es indispensable para comprender su participación política en 2021. Al desvanecerse el ferviente apoyo tras las movilizaciones de octubre pasado, es posible hacer un análisis con cabeza fría. Así, veo que el movimiento indígena no es patente exclusiva de la CONAIE. Las disputas que tuvo Correa, no fueron con el movimiento indígena sino con una dirigencia apalancada en las reivindicaciones étnicas para imponer una agenda política cuestionada por tener injerencia extranjera (gringa).

La disputa es por el modelo económico

La FEI tiene entonces plena vigencia ahora que se ha implantado un modelo neoliberal en el país. La disputa de 2021 será por modelos económicos, políticos y sociales. Así lo ha entendido la FEI, que a pesar de deferir en ciertos aspectos con “el correísmo”, cree en el proyecto social que construyó la Revolución Ciudadana y y que ahora se puede disputar un modelo de sociedad, corregir errores sí, pero desde una senda progresista que contemple la lucha de clases.

La CONAIE por otro lado, debe entender que en las elecciones de 2021 habrá segunda vuelta, será alguien de derecha y alguien de izquierda. Han optado por no unirse al “correísmo” y seguir el discurso de que “Lenín y Correa son lo mismo”. Tras desvanecerse el apoyo de octubre, ¿les alcanzará para llegar a segunda vuelta? No lo creo. Entonces en segunda vuelta, ¿tendrán la madurez política de rectificar y apoyar al correísmo, o se irán por el camino del anticorreísmo, es decir de la derecha?