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Las nociones de Izquierda y Derecha en América Latina (Opinión)

Por: Mauricio Galindo

En Latinoamérica, la izquierda y la derecha (como se entendería en teoría y aplicación política) se diluyen en un lodo caótico, de ese fango que otorga vida. Los semidioses-héroes caudillistas que gobiernan desde 1492, sacan a su conveniencia Gólems que cada cierto tiempo dejan deambular por los caminos. Esa práctica es la forma conocida como Populismo, y que en otras latitudes es conocida como Centro Político.

Los partidos de izquierda

Comencemos definiendo que son partidos políticos de izquierda, según la Enciclopedia Diccionario Salvat son:

“Partidos con una ideología progresista y un programa político favorable a las innovaciones y cambios, ya sea por sucesivas reformas, ya por la vía revolucionaria. La denominación tiene su origen en la Asamblea Nacional Francesa de 1789, donde los moderados y los radicales se sentaban a la derecha y a la izquierda del presidente, respectivamente”
Las clases dirigentes de estas organizaciones políticas, generalmente están conformadas por una mixtura de elementos radicales, ascendidos por formación ideologizada y, en gran parte, por tranza política, desde las Universidades u organizaciones sindicales, gremiales, religiosas, campesinas o étnicas, siendo las clases dirigentes medias y un porcentaje importante de los “Politburós” y otro grupo, minoritario pero muy fuerte, conformado por intelectuales, artistas, librepensadores, de extracto medio alto o alto, que pudieron estudiar o adherirse a las izquierdas por vocación.
Este segundo grupo, hijos de banqueros, industriales, latifundistas, burgueses de familias “tradicionales” asumen en mucho la construcción política y organizativa de los movimientos “progresistas”, con poquísimo resultado electoral, hasta 1973 en Chile, y la década del 2000, a través del llamado “Socialismo del Siglo XXI” en otros países (Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina, Uruguay). Hasta 1990 vivieron a la sombra y mantenimiento de las URSS y con el ideal de la Revolución Cubana.
Luego de un proceso de casi extinción, se elevan alrededor de la figura del Crnl. Hugo Chávez, presidente de Venezuela, y conforman la Guardia de Corps, que llevó a las presidencias de los países antes citados de la década del 2000, y que asumió el Poder, de manera Stalinista, coartando las libertades y colocando al Estado como gestor de la economía, y de la política, en realidad de toda la vida del país.

“El socialismo del siglo XXI es una concepción que surge en el suceso mundial en el año 1996, por medio de Heinz Dieterich Steffan, la historia señala que el término logró difusión a nivel mundial desde que fue citado en un discurso por el ex presidente de Venezuela Hugo Chávez, el 30 de enero en el año 2005, desde el V Foro Social Mundial (…) Dieterich en su obra Socialismo del Siglo XXI se basa en la perspectiva de Karl Marx sobre la lucha de clases y la dinámica social (…) Sintetizando, el socialismo del siglo XXI presume que es necesario un reforzamiento fundamental del poder estatal democráticamente inspeccionado por la sociedad para adelantar el desarrollo”.

Estos grupúsculos que rodeaban a los caudillos, a la manera de las clases subalternas descritas por Antonio Gramsci, lo hicieron de todo, construyeron Frankesteins como Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador, y sintiéndose elegidos y responsables de ese triunfo, se trasmutaron en todo lo que criticaban: Una casta refractaria, aburguesada, cínica y corrupta, capaz de fraudes, conculcación de todos los derechos por que, según su versión “La Nueva Historia Oficial” difundida por un gigantesco aparato comunicacional, con un discurso pulido e incendiario, ellos y solo ellos serían capaces de generar la revolución que todo lo cambie: los resultados destrucción del aparato productivo, persecuciones políticas, pocos resultados sociales y económicos reales, aumento exagerado del Estado, pero sobre todo despilfarro de recursos.
La base que utilizaron los “Progresistas del Siglo XXI” para su Novo Estado, fue la Planificación, medio por el cual se planificaba, al estilo de “Plan Quinquenal” que llevara a cabo las enormes reformas que los países de la subregión necesitaban. Y en parte lo hicieron, y aquí viene otro problema que comparten las izquierdas, con todas las élites latinoamericanas: casi nunca ponen a personas competentes en las instituciones, los que van son amigos, amigas, familiares, o personas que no me hagan “Sombra” con ello, los resultados no podían ser más que nulos.

“El progresismo alude a las ideas progresistas: es decir, a aquellas que se consideran avanzadas (audaces, modernas, adelantadas). El término se vincula a los partidos políticos y a los movimientos que dicen defender este tipo de pensamientos y doctrinas. Es importante tener en cuenta que el progresismo no es una ideología concreta, sino una tendencia. Como aquello que se considera “avanzado” es subjetivo, la propia noción de progresismo suele ser debatida. Incluso posturas contradictorias entre sí pueden formar parte de lo que se entiende como progresista.
A nivel general, el progresismo está asociado a políticas que apuntan a promover la redistribución de la riqueza. Además, suele relacionarse el progresismo con la construcción de un Estado presente en la vida cotidiana de la sociedad, que ofrezca servicios públicos de calidad y garantice ciertos derechos a todos los ciudadanos”.

Más de 20 años de este sistema político y social han dejado las cosas, casi como estaban, en algunos casos peor, y en otras mejor, pero con costos inmensos. La Historia fracasada, no puede replicarse y ser exitosa. La hiperinflación del aparato gubernamental, la corrupción, el revanchismo, la liquidación del aparato productivo, la toma ideologizada de las universidades, la destrucción de la crítica, de las organizaciones sociales, nos colocó en un estado de debilidad que ha puesto a los países que prefirieron esta opción en América Latina en una situación muy difícil.

La Derecha Latinoamericana

Los partidos de Derecha Latinoamericanos, mejor dicho, los detentadores del Gobierno que se establecieron desde el siglo XVI, son quienes controlan el poder.

“La derecha política se caracteriza por ser conservadora en los valores y liberal en lo económico buscando el libre mercado por sobre políticas comunitarias, evitando que el Estado intervenga en lo que ellos consideran libertades individuales tanto de la gente como de las empresas, por lo que suele estar ligada a grupos económicos privados”.

El breve lapso del “Progresismo” no logró realizar revoluciones, tampoco lo quiso mucho. Además, todo grupo que luego de elecciones o de tomas armadas del poder, asume las formas y fondos de los grupos elitistas que han estructurado los estados-nación decimonónicos y que perduran hasta el día de hoy. La lucha eterna de la Derecha ha sido conservar los privilegios de las élites y seducir e incorporar a los “Perniciosos y revoltosos” y lo ha hecho con óptimos resultados. Gaetano Mosca, en su estudio sobre el poder, detalla el rol y la estructura de las élites, definiéndolas como:

“…la minoría de personas que detentan el poder en una sociedad. Esta minoría es asimilable a una auténtica clase social, la clase dirigente o dominante, porque aquello que constituye su fuerza y le permite mantenerse en el poder es precisamente su organización, su estructuración. Existen, en efecto, diversos vínculos que unen entre sí a los miembros de una élite dominante, etc. Estos lazos o vínculos aseguran a la élite una unidad suficiente de pensamiento y la cohesión propia de grupos característicos de una clase. Dotada ya de poderosos medios económicos, la élite se asegura, además, por su unidad, el poder político y la influencia cultural sobre la mayoría mal organizada. Esto explica el papel histórico de la élite”.
Las doctrinas que nos trajeron hasta aquí
Ya en la práctica los movimientos, políticos y sociales, más efectivos y efectivistas de reivindicación social, han sido aplicados o han surgido de grupos que podríamos definir de “Derecha” o Centro: La Doctrina Social de la Iglesia, La Teología de la Liberación, las Revoluciones Boliviana y Cubana, surgen de colectivos dentro de organizaciones políticas liberales o de izquierda moderada en su gran porcentaje, pero también de centro derecha o derecha. Estas últimas intentan radicalizar su accionar, amparados sin embargo por los partidos tradicionales y que, al no oír sus reclamos, se escinden, y emprenden cambios fundamentales, a través de dos propuestas: Nacionalismo y Populismo, contubernio que hemos visto es nuestra real identidad política.
La conocida como “Doctrina Social de la Iglesia” surge de grupos católicos en la segunda mitad del siglo XIX, que pregonan un cambio de las indignantes condiciones de vida y trabajo de grandes contingentes de obreros europeos. Constituyó, además, la respuesta doctrinaria y práctica a los poderosos y vitales movimientos europeos marxistas, anarquistas y liberales, entre otros, que buscaban mayor equidad, justicia, libertades y condiciones de trabajo dignas.

“Ante el imparable proceso de industrialización, el constante crecimiento de las masas obreras y de la conflictividad social, hubo católicos que criticaron la explotación a la que estaba siendo sometido el proletariado. Surgió de ese modo la denominada “doctrina social de la Iglesia”, condensada en una serie de documentos, entre los que cabe destacar la encíclica “Rerum novarum” (“De las cosas nuevas”), promulgada en 1891 por el Papa León XIII.
En ella se preconizaba un orden social basado en la justicia y la caridad, exhortando al Estado a socorrer a las clases más desfavorecidas y alentando el asociacionismo de los trabajadores y fórmulas de asistencia social”

La Teología de la Liberación

La “Teología de la Liberación” es una evolución contextualizada en nuestro subcontinente de lo anterior, y surge de la lucha de cierto sector de la Iglesia Latinoamericana, vinculada a sindicatos, campesinos, indígenas, barrios populares, que se podría definir de izquierda, pero que sin dejar de ser religiosa. Clama y pelea, a veces por la vía armada, para que la igualdad de oportunidades, sea la excepción y no la norma.

“(…) la teología de la liberación identificó la lucha contra la pobreza y el subdesarrollo con la lucha antiimperialista y anticapitalista. Se trataba de superar las causas estructurales de la injusticia social, tal como las objetivaban las ciencias sociales.
El acercamiento entre sectores cristianos y marxistas despertó también entusiasmos. Por fin parecía haberse superado la contradicción histórica y filosófica entre ambos. Más allá de su reflexión intelectual, la teología de la liberación interesaba por ser la expresión del compromiso revolucionario de clérigos y militantes católicos en el terreno de la acción colectiva. Como lo afirmó el teólogo peruano Gustavo Gutiérrez, en su obra fundadora de 1971, la teología de la liberación no pretendió tanto proponer un nuevo tema para la reflexión teológica, sino más bien una “nueva manera de hacer teología”, como: “reflexión crítica sobre la praxis histórica”.

Esta mixtura que observamos en lo anteriormente descrito, es un resumen de lo que la Política significa en el subcontinente. Los medios, las “Ideologías” al modo europeo son lo de menos, lo que impera es una tela remendada, cual colcha de mil colores, de todas las propuestas políticas amparadas en un solo nombre: Populismo, y es este el que realmente ha configurado el devenir de los latinoamericanos. Lo cual es muy bien descrito por Rodrigo Borja en su Enciclopedia de la Política:

“A lo largo del tiempo, sucesivos y diversos temas, que constituyeron una suerte de divortium acquarum ideológico, dividieron a los hombres y a las instituciones en dos campos contrapuestos en función de la orientación de sus ideas: la izquierda y la derecha. Fueron dos posiciones fundamentales ante la vida: la de favorecer el cambio, la innovación, la justicia económica y el progreso social o la de oponerse a ellos. Los motivos de la discrepancia variaron en el tiempo. Incluso se complicaron al ritmo de sociedades que se volvían cada vez más complejas y en las que operaron muchos puntos de contraste que se cruzaron y entrecruzaron.
En el pasado, por ejemplo, en función de la idea de libertad —libertad política, económica, religiosa, internacional— surgieron dos posiciones netas: la autoritaria, que era la derechista, y la tolerante, que era la de izquierda. Pero a este punto de referencia se agregaron otros y otros a lo largo del tiempo. Y aparecieron muchos “divisores de aguas” —el papel del Estado en la economía, la cuestión religiosa, la dependencia externa, la violencia, los límites de la propiedad privada, la distribución del ingreso, los derechos de la mujer, la planificación familiar, el control de la fecundidad, los alcances de la democracia, la aplicación de la robótica a las tareas de la producción, el asunto ecológico— que fraccionaron y complicaron la díada izquierda-derecha por los múltiples entrecruzamientos y combinaciones que promovieron”.

El Populismo

La forma en que los políticos, y los diferentes estamentos de la sociedad latinoamericana, encontraron para anular el reclamo social. A lo largo del siglo XX encontramos no solo caudillos, también organizaciones políticas concentradas alrededor del líder. Perón y el Justicialismo (Peronismo) Velasco Ibarra y el Partido Velasquista, son muestra de cómo se configuró el escenario.

“El populismo es una forma de gobierno con un fuerte liderazgo de un sujeto carismático, con propuestas de igualdad social y movilización popular. Es importante señalar la simplificación dicotómica y el claro predominio de los argumentos emocionales sobre los racionales.
El término populismo se usa, en muchos casos, de forma peyorativa, en sí mismo no implica que el régimen pertenece a la derecha o la izquierda, sino que describe otros aspectos como la falta de planificación económica”.
Ese Populismo, mezcla de todo y con casi ninguna propuesta aplicable, se trasladó en el tiempo desde la década de 1970, última fase del populismo de los líderes vivos, a nuevas formas, del cual es su producto más elaborado es el Socialismo del Siglo XXI, como ya describimos antes. Su objetivo, configurar un bloque hegemónico que combatiera eficazmente a las huestes de las Derechas.
Esta sería la respuesta de los grupos desplazados del poder, a la hegemonía discursiva y política de las élites coloniales y republicanas. El mensaje es una mezcla de marxismo, nacionalismo, desarrollismo, tecnocracia bajo el paraguas del cambio social, y político. Se edifica en la lucha social, el ataque a las élites, a su Estado, sus Medios de Comunicación, todo lo que el Poder “Defenestrado” representa.
La respuesta de las élites fue, como dijimos, atraer a estos grupos, e incorporarlos en la lógica que se maneja. Es decir, corrupción, cooptación de los organismos gubernamentales, alianzas corporativistas, monopolio. Pronto la clase que dijo querer cambiarlo todo, ya era una con el todo al que despreciaba.