(Opinión) Indolencia e incapacidad

Por Econ. Marco Flores T.

Por la indolencia social del presidente Lasso y la manifiesta ineptitud profesional de su ministro de finanzas el país está cerca de precipitar a la gran mayoría de ecuatorianos, sobre todo a los pobres y a la clase media, al abismo de adicionales restricciones económicas, inseguridad, pobreza, venta y entrega de principales activos del patrimonio nacional.

El crecimiento económico es insuficiente, frágil y lento mientras la migración y el subempleo precario se aceleran. El desfinanciamiento del Presupuesto General del Estado (PGE) que oficialmente comenzó en 7577 millones de dólares, terminará siendo muy superior si el gobierno no realiza en medio del mayoritario rechazo ciudadano la venta o entrega de importantes y productivos activos nacionales y un probable nuevo acuerdo de letal austeridad con el FMI que seguirá “poniendo la casa en orden”.

Mientras Argentina acaba de renegociar exitosamente con el FMI la reducción de restrictivas metas fiscales y monetarias, exigidas en el acuerdo que suscribió el año pasado, el gobierno ecuatoriano, sin ninguna vocación social, conocimiento y mucho menos ilustración, únicamente piensa financiar el desfinanciado PGE con más deuda pública, impuestos donde no debe ponerlos, vendiendo hidroeléctricas, entregando el excelente campo petrolero en producción Sacha, vendiendo el Banco del Pacífico y desprendiendo a los ciudadanos de principales activos reales.

Si las ventas y entregas del patrimonio nacional, convenientemente maquilladas como “monetización de activos” ocurren, únicamente el país recibiría ingresos temporales que pronto se extinguirían, dejándole sin sus principales activos productivos y sin el dinero que sería gastado rápidamente, como sucedió en Argentina durante la penosa moda de privatización de activos y servicios públicos.

Lasso y su gobierno nunca escucharon el clamor de la gente introduciendo las necesarias políticas económicas que permitan lograr crecimiento económico con empleo, garantizar servicios públicos al menos razonablemente buenos y oportunos, obra pública, seguridad y posibilidades de progreso. Por sus acciones y resultados está claro que no es su prioridad el desarrollo humano de los pobres.

En medio de la crisis el Gobierno viene acumulando reservas internacionales no solo para complacer al FMI sino para garantizar el oportuno pago de deuda pública externa a acreedores privados y para elevar el precio de mercado de los Bonos Globales ecuatorianos cuyos únicos beneficiarios solo pueden ser esos acreedores privados quienes obtendrían importantes beneficios por los dos lados, ganancias por capital y ganancias por rendimientos (intereses) sobre bonos comprados con más del 50 % de descuento.

No hay nueva inversión extranjera productiva y la nacional no solo es insuficiente sino que se observa afectada por malas expectativas. Pero siempre habrá buitres listos para caer sobre los principales activos del Estado a precios muy convenientes, disfrazando el negocio de inversión extranjera. El poder de compra de los ecuatorianos continúa siendo el más bajo de la región. Los economistas de alquiler y otros vasallos harán el trabajo mediático para que los ecuatorianos reciban gato por liebre. Pero salvo la estupidez humana, todo tiene un límite.

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